Los pimientos rojos no solo son deliciosos y versátiles, sino que también son una verdadera joya nutricional y medicinal.
¡Más vitamina C que la naranja!
Contienen una cantidad muy alta de vitamina C, superando incluso a las naranjas, lo que contribuye a fortalecer el sistema inmunológico, promover la producción de colágeno y mejorar la absorción de hierro.
Una poderosa fuente de nutrientes
Los pimientos rojos también son ricos en betacarotenos, que el cuerpo convierte en vitamina A, esencial para la salud visual y para mantener la integridad de la piel. Además, aportan vitaminas del grupo B, como la vitamina B6 y folato, así como minerales como el potasio, que ayudan al metabolismo energético y a la función cardiovascular.
Desde un punto de vista funcional, contienen antioxidantes como la luteína y la zeaxantina, que protegen la salud ocular previniendo el daño oxidativo relacionado con la degeneración macular. Su alto contenido de agua y fibra dietética favorece la hidratación y mejora la digestión, apoyando la salud intestinal.
¿Cómo consumirlos?
Puedes comerlos crudos, ya sea en ensaladas o como snack acompañado de un dip. También puedes usarlos como parte de tus aderezos para sopas o estofados, pero una de mis técnicas favoritas es asarlos al fuego. Al quemar la piel directamente sobre la llama hasta que se vuelva negra, la pulpa del pimiento adquiere un sabor ahumado único que eleva cualquier plato. Sea en sopa, dip, topping para pizza o vinagreta para ensaladas, los pimientos asados son una verdadera joya. Además, puedes conservarlos por mucho tiempo en la heladera, en un frasco con aceite de oliva.
Vinagreta de pimientos asados
Ingredientes
2 pimientos rojos grandes
1 cda de miel de abejas
3 cdas de panela o sucanat
2 cdas de vinagre balsámico
1/3 taza de aceite de oliva extra virgen
Sal a gusto
3 cdas de vinagre de vino tinto
¼ taza de agua
¼ taza de cashews remojados 8 horas (opcional)
Preparación
Coloca los pimientos directamente sobre la llama de la cocina, girándolos hasta que la cáscara esté completamente negra. Pásalos a un bowl cubierto con un paño o un plato para que suden; así será más fácil desprender la piel.
Cuando estén tibios, pélalos (bajo el chorro de agua es más sencillo), quita la vena central y córtalos en trozos grandes.
Coloca los pimientos en una sartén junto con la panela, el vinagre balsámico, el vinagre de vino tinto, la sal y la miel. Cocina a fuego medio hasta que los líquidos se reduzcan un poco. Esto ayudará a que los sabores se integren y se caramelicen.
Vierte la mezcla en la licuadora, agrega el agua, los cashews y el aceite de oliva. Licúa hasta obtener una textura homogénea. Ajusta la consistencia agregando más agua o aceite si la quieres más líquida o espesa.
Guarda la vinagreta en un frasco de vidrio en la heladera y disfrútala sobre tu ensalada favorita.
Nota: Un buen vinagre balsámico no debe contener más que vino, específicamente mosto de vino. Evita aquellos con colorantes (como el color caramelo) o ingredientes difíciles de pronunciar. Siempre elige versiones orgánicas.
 
															 
				 
											

 
								 
															