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El secreto que tu médico no te cuenta cuando tomas antibióticos

La medicina convencional suele centrarse en eliminar la bacteria.
Frase relevante sobre el tratamiento con antibióticos y la imagen de Cristy's Kitchen

Uno de los principios de la medicina funcional es: “La salud comienza en el intestino”. Y no es exageración. En ese delicado ecosistema que llamamos microbiota vive cerca del 80% de nuestras defensas, se fabrican vitaminas y se regula buena parte de nuestra energía diaria. Pero, ¿qué ocurre cuando necesitamos un antibiótico?

Los antibióticos son maravillosos para combatir bacterias peligrosas, pero en su paso arrasan también con las bacterias buenas del intestino. El resultado: diarrea, inflamación, gases e incluso una sensación de cansancio y malestar general. Pero eso no es todo; esos son solo efectos secundarios visibles. El verdadero daño es silencioso: al arrasar con las bacterias buenas, nuestra microbiota pierde su balance, y a esto se le llama disbiosis. Es allí donde comienzan los problemas.

Lo preocupante es que cuando vas al médico y te receta un tratamiento antibiótico, nunca te explican nada de esto. Es más, si preguntas si sería beneficioso tomar un probiótico, la mayoría de las veces te dicen “no sirve para nada” o “si tú quieres”. No es culpa del médico, sino del enfoque de la medicina convencional en la que fue formado. La medicina funcional, en cambio, sabe que existe un héroe silencioso llamado Saccharomyces boulardii, un probiótico que, lejos de ser una bacteria, es una levadura beneficiosa.

Un probiótico distinto a los demás

La mayoría de los probióticos más conocidos (como Lactobacillus o Bifidobacterium) son bacterias. El problema es que, al tomar antibióticos, muchas de esas bacterias probióticas también mueren en el camino.

Saccharomyces boulardii, en cambio, es una levadura. Y esa diferencia lo hace único: los antibióticos no lo afectan. Es como si siguiera de pie en medio de una tormenta, listo para proteger nuestro intestino mientras los antibióticos hacen su trabajo contra las bacterias dañinas.

Cómo funciona este aliado

La ciencia ha mostrado varios mecanismos que explican por qué S. boulardii es tan eficaz:

  • Defiende la barrera intestinal: fortalece la mucosa y evita que toxinas y patógenos atraviesen la pared intestinal.
  • Neutraliza toxinas peligrosas: en especial, las de bacterias como Clostridium difficile, responsables de cuadros graves de diarrea.
  • Restaura el equilibrio perdido: ayuda a que las bacterias buenas vuelvan a colonizar el intestino tras un ciclo de antibióticos.
  • Modula el sistema inmune: estimula defensas naturales como la inmunoglobulina A, mejorando nuestra capacidad de respuesta.

Lo que dicen los estudios científicos

Existe muchísima evidencia científica que demuestra cómo S. boulardii actúa a favor de nuestra microbiota. Algunos ejemplos:

  • Diarrea asociada a antibióticos: metaanálisis en adultos y niños muestran que quienes toman S. boulardii junto con sus antibióticos reducen hasta en un 50% el riesgo de padecer diarrea.
  • Clostridium difficile: Algunos ensayos clínicos señalan que puede disminuir la recurrencia de esta peligrosa infección intestinal cuando se usa como complemento al tratamiento médico.
  • Helicobacter pylori: cuando se añade a la terapia convencional contra esta bacteria, no solo aumenta ligeramente la tasa de éxito, sino que reduce síntomas molestos como dolor abdominal, náuseas o diarrea.
  • Niños y adultos mayores: En poblaciones vulnerables, la protección de S. boulardii frente a la diarrea es especialmente valiosa, pues evita deshidratación y complicaciones.

Recomendaciones prácticas

Los estudios clínicos más sólidos utilizan dosis de entre 5 y 20 mil millones de unidades al día. Lo ideal es comenzar el mismo día que se inicia el antibiótico y continuar una o dos semanas después de terminarlo, para darle tiempo al intestino de recuperar su equilibrio.

Un detalle importante: como es una levadura, no debe combinarse con antifúngicos, ya que estos sí lo eliminarían.

En personas sanas, su perfil de seguridad es excelente. Sin embargo, en pacientes muy debilitados o con defensas comprometidas (como niños con cáncer), su uso debe estar supervisado por un médico.

Un tip adicional para los más pequeños

En pediatría, la microbiota intestinal de los niños todavía está en desarrollo, especialmente en los primeros años de vida. La evidencia científica ha mostrado que el combo de Saccharomyces boulardii con Lactobacillus rhamnosus GG es especialmente eficaz para proteger el intestino durante los tratamientos con antibióticos.

Esta combinación ha demostrado reducir significativamente la diarrea asociada a antibióticos en niños. También se ha visto que ayuda a acortar la duración de los síntomas gastrointestinales cuando aparecen y a prevenir la deshidratación y las hospitalizaciones relacionadas con la diarrea.

Este dúo funciona como un equipo complementario: S. boulardii resiste a los antibióticos y protege la barrera intestinal, mientras que L. rhamnosus ayuda a repoblar el intestino con bacterias beneficiosas. Juntos ofrecen una capa extra de protección para los pacientes más vulnerables.

Una visión desde la medicina funcional

La medicina convencional suele centrarse en eliminar la bacteria que causa la infección. La medicina funcional, en cambio, va un paso más allá: se pregunta cómo podemos proteger al organismo durante ese proceso y cómo podemos salir fortalecidos después de la enfermedad.

En ese sentido, Saccharomyces boulardii encaja perfectamente. No solo reduce efectos secundarios de los antibióticos, sino que apoya la recuperación integral del intestino, mantiene a raya a los patógenos oportunistas y ayuda al sistema inmune a estar más alerta.

Y si hablamos de niños, la combinación con Lactobacillus rhamnosus es aún más poderosa, porque les da la oportunidad de atravesar los tratamientos médicos de forma más segura, manteniendo su intestino fuerte y resiliente.

En otras palabras, no se trata únicamente de “evitar la diarrea”, sino de cuidar el terreno donde se juega gran parte de nuestra salud: el intestino.

Aquí te dejo las marcas que yo uso en casa: 

Saccharomyces Boulardii

Lactobacillus Rhamnosus

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