El resfriado explicado: lo que necesitas saber para no caer en él

El resfriado explicado: lo que necesitas saber para no caer en él

Cada cambio de estación nos trae nuevos retos, y también molestos resfríos, que muchas veces interrumpen nuestra rutina diaria. No solo se trata del moco o la tos, sino también de dolores de cabeza y malestar general. Es importante entender cómo funciona el proceso para poder reforzar nuestro sistema inmune y así prevenir contagios y combatir mejor la infección.

¿Qué es un virus?

Un virus es un microorganismo extraordinariamente pequeño que representa uno de los patógenos más simples, pero a la vez más efectivos de la naturaleza. A diferencia de las bacterias, que pueden vivir y reproducirse independientemente, los virus son parásitos que necesitan «secuestrar» células vivas para sobrevivir y multiplicarse.

La mejor analogía es imaginar un virus como un «USB malicioso»: por sí solo no puede hacer nada fuera del cuerpo humano, pero una vez que logra introducirse en una célula, inserta sus «instrucciones genéticas» y literalmente reprograma la célula para que se convierta en una fábrica de virus. Este proceso celular se repite millones de veces, explicando por qué una simple exposición viral puede resultar en síntomas sistémicos en cuestión de días.

El resfriado común

El resfriado común es una infección viral que afecta las vías respiratorias superiores, es decir, la nariz, los senos paranasales y la garganta. Hay más de 200 tipos de virus que pueden provocarlo, pero los rinovirus son los más frecuentes. Se transmite con facilidad, ya sea por contacto directo con una persona enferma, al tocar superficies contaminadas o al inhalar pequeñas gotitas en el aire.

Contrario a la creencia popular, el resfriado no es causado por el frío en sí mismo, sino por virus específicos que aprovechan las condiciones que el clima frío puede crear.

La clave está en entender que el resfriado no es un “enemigo externo” aislado, sino el resultado de la interacción entre el virus y nuestras defensas. Si el sistema inmunológico está fuerte, es muy probable que logre neutralizarlo antes de que cause síntomas. Pero si nuestras defensas están bajas —ya sea por estrés, mala alimentación, falta de sueño o exposición a toxinas—, el virus encuentra el terreno perfecto para reproducirse.

El universo viral del resfriado es sorprendentemente diverso, y esa diversidad explica por qué podemos resfriarnos múltiples veces al año: cada virus genera inmunidad específica, pero no cruzada.

Cómo y por qué nos resfriamos

El proceso de contagio sigue un patrón científicamente predecible que involucra tres factores críticos:

  1. Exposición Viral (El Encuentro)

Los virus del resfriado se transmiten principalmente a través de tres vías:

  • Gotitas respiratorias: Liberadas al toser, estornudar o hablar (alcance: 1-2 metros)
  • Contacto directo: Tocar superficies contaminadas y luego la cara (ojos, nariz, boca)
  • Aerosoles finos: Partículas microscópicas que pueden permanecer suspendidas en el aire
  1. Invasión celular (La infiltración)

Una vez que el virus llega a las mucosas nasales:

  • Se adhiere a receptores específicos en células epiteliales
  • Inyecta su material genético en la célula huésped
  • Reprograma la célula para producir copias virales
  • Causa muerte celular y liberación de nuevos virus
  1. Respuesta inmune (La guerra interna)

Nuestro sistema inmunológico detecta la invasión y desencadena:

  • Inflamación local: Causa congestión y producción de mucosidad
  • Respuesta celular: Envía glóbulos blancos al sitio de infección
  • Síntomas sistémicos: Fatiga y malestar como parte de la respuesta defensiva

El “molesto” moco: nuestro aliado

El moco es una sustancia espesa y pegajosa que produce nuestro cuerpo, principalmente en la nariz, garganta y pulmones. Está hecho de agua, proteínas, azúcares y células especiales que ayudan a atrapar y neutralizar elementos que podrían enfermarnos. Funciona como una “red pegajosa” que captura virus, bacterias, polen y partículas de suciedad antes de que entren a los pulmones.

Cuando tienes un resfriado o alergia, se produce más moco para “lavar” y eliminar lo que está molestando al cuerpo; aunque te parezca incómodo, el moco es una parte importante de nuestras defensas naturales.

¿Cómo nos curamos del resfriado? ¿Es posible matar al virus?

No podemos “matar” un virus de la misma forma que matamos bacterias con antibióticos porque no está realmente “vivo” y no tiene metabolismo propio. Necesita de nuestras células para multiplicarse, así que, si intentáramos “matarlo” dentro de la célula, también dañaríamos nuestras propias células.

El sistema inmunológico es la clave. Nuestro cuerpo produce defensas específicas (anticuerpos, linfocitos T) que reconocen y destruyen las células infectadas y neutralizan al virus. Una vez que el sistema inmune lo controla, el virus deja de multiplicarse. Por eso, en el caso de los resfriados comunes, solo tratamos los síntomas y dejamos que el cuerpo lo resuelva. ¿Y cómo hacemos eso? Pues ayudando a nuestro sistema inmunológico a pelear la batalla. Además de una buena dieta, hay ciertos suplementos y hierbas que pueden ayudarnos en este proceso. Te presento algunos de ellos: 

Vitamina C liposomal: La forma liposomal está encapsulada en una capa de grasa (fosfolípidos), lo que permite que llegue más vitamina C intacta a la sangre y a las células, en comparación con la vitamina C común. Estimula la producción y función de glóbulos blancos, ayuda a disminuir la inflamación de las vías respiratorias, puede acortar la duración o intensidad del resfriado y neutraliza radicales libres, protegiendo los tejidos. También apoya la producción de colágeno, fortaleciendo las mucosas de nariz y garganta.

NAC (N-acetilcisteína): Es un suplemento que ayuda a disolver los enlaces en el moco espeso de las vías respiratorias; esto hace que la flema sea más líquida y fácil de expulsar, aliviando la congestión y mejorando la respiración. Además, es el precursor más directo del glutatión, el antioxidante maestro de las células, y puede disminuir la inflamación excesiva en las vías respiratorias, reduciendo irritación, tos y malestar. 

Zinc (gluconato) en pastillas para chupar: Estas pastillas pueden acortar la duración y reducir la severidad de los síntomas si se toman al inicio del resfriado.

El zinc actúa como antiviral e inmunomodulador. Te explico: el zinc en los lozenges (pastillas para chupar) se disuelve gradualmente, liberando iones de Zn² continuamente durante varios minutos. Estos iones entran en contacto directo con la garganta y la mucosa nasal, que es donde los virus del resfriado suelen replicarse primero, y es ahí donde pueden unirse a las proteínas del virus e interferir con su replicación; es decir, impiden que se multipliquen, reduciendo la intensidad del resfriado.

¿Por qué no tomar una pastilla de zinc con agua? Porque esta pastilla se iría rápidamente al estómago, aportando zinc al cuerpo de forma sistémica y sin actuar directamente sobre el virus. En cambio, los lozenges actúan directamente donde el virus comienza. Para que sus efectos sean efectivos, los estudios sugieren que el zinc debe ser libre de sorbitol, manitol y ácido cítrico. La recomendación es tomar 75 mg por día. 

Raíz de malvavisco (marshmallow root): Es un remedio natural ideal para los resfriados gracias a sus mucílagos, que forman una capa protectora en la garganta y vías respiratorias, aliviando la tos, protegiendo la mucosa y reduciendo la inflamación. Para aprovechar al máximo sus beneficios, se recomienda remojar la raíz seca en agua fría durante 6–12 horas, lo que permite extraer los mucílagos intactos y mantener su efecto calmante y humectante. Un estudio demostró que sus efectos antiinflamatorios fueron similares o incluso mejores que los del diclofenaco. 

Sauco (elderberry): Contiene flavonoides y antioxidantes, especialmente antocianinas, que le confieren a esta deliciosa baya propiedades inmunomoduladoras, antivirales y antiinflamatorias. No solo ayuda a acortar la duración de los síntomas del resfriado, sino también como preventivo, ya que fortalece el sistema inmunológico.

El licorice o regaliz: Es una raíz medicinal muy valorada durante los resfriados gracias a sus propiedades antiinflamatorias, antivirales y demulcentes, formando una capa protectora sobre las mucosas irritadas. Se consume en infusión, jarabe o pastilla, recubriendo la garganta, aliviando la tos seca, reduciendo la inflamación local y actuando como expectorante suave. 

El jengibre (kión): Ayuda durante los resfriados por sus propiedades antiinflamatorias, antivirales y antioxidantes, reduciendo la inflamación de la garganta y vías respiratorias, aliviando dolor e irritación, e incluso inhibiendo la replicación de algunos virus. Favorece la descongestión nasal y estimula el sistema inmune, acelerando la recuperación. Para aprovechar al máximo sus beneficios, es preferible usar la raíz fresca licuada o rallada (si es orgánica, no necesitas pelarla), ya que mantiene más compuestos activos como gingeroles y shogaoles, y libera sus aceites esenciales de forma inmediata, mientras que la raíz seca pierde parte de su potencia. Se consume en infusiones, jugos, sopas o incluso aderezos de ensaladas.

Cúrcuma liposomal: Es un suplemento potente para los resfriados, que maximiza los beneficios de la curcumina gracias a su alta absorción. Sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y moduladoras del sistema inmune ayudan a reducir la inflamación de la garganta y vías respiratorias, aliviar malestar y apoyar la recuperación del cuerpo frente a virus

Nota: Esta información tiene fines educativos y no sustituye la opinión médica. Consulta siempre con un profesional de la salud antes de tomar suplementos, especialmente si tienes condiciones específicas.

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