El 1 de septiembre de 2025, el presidente venezolano Nicolás Maduro advirtió que declarará una “república en armas” si Estados Unidos ataca su país, en respuesta al despliegue de fuerzas navales estadounidenses en el Caribe. Este anuncio, realizado en una conferencia de prensa en Caracas, intensifica las tensiones entre ambos gobiernos, marcadas por acusaciones de narcoterrorismo y una creciente presencia militar en la región.
Una respuesta a la presión militar estadounidense
Maduro calificó el despliegue de ocho buques de guerra estadounidenses, incluyendo un submarino y 1,200 misiles, como “una amenaza extravagante, injustificable e inmoral”. Según el líder venezolano, estas maniobras, que involucran a 4,000 efectivos, representan el mayor desafío continental en un siglo. “Venezuela enfrenta la mayor amenaza en 100 años”, afirmó, acusando a la administración del presidente Donald Trump de buscar un cambio de régimen.
Por lo tanto, Maduro ordenó el alistamiento de 4.2 millones de miembros de la Milicia Nacional Bolivariana, un cuerpo civil que, según analistas, está politizado y alineado con el gobierno. Además, aseguró que 8.2 millones de venezolanos, entre milicianos y reservistas, están listos para defender la soberanía nacional. “Somos un pueblo de guerreros que no cederá ante chantajes”, subrayó.
Acusaciones de narcoterrorismo y recompensa millonaria
El 7 de agosto, Estados Unidos duplicó a 50 millones de dólares la recompensa por información que lleve a la captura de Maduro, acusado de liderar el Cártel de los Soles, una organización señalada por narcoterrorismo. La administración Trump también designó a este grupo como una entidad terrorista global, alegando que colabora con el Cártel de Sinaloa y el Tren de Aragua para traficar cocaína hacia EE.UU. y Europa. Estas acusaciones han sido rechazadas por Caracas, que las considera una excusa para justificar una intervención militar.
En consecuencia, Venezuela ha intensificado su presencia militar en la frontera con Colombia y a lo largo de su costa, desplegando 15,000 soldados y drones para patrullar el Caribe. Maduro insistió en que su estrategia es “eminentemente defensiva”, combinando diplomacia, política y preparación militar para proteger la integridad territorial.
Llamado a la diplomacia en medio de la tensión
Pese a todo, Maduro dejó abierta la puerta al diálogo con Washington, aunque reconoció que los canales de comunicación están “maltrechos”. “Siempre tenemos canales diplomáticos abiertos con Estados Unidos, ojalá se recuperen”, expresó, sugiriendo que la política de cambio de régimen está “fracasada”. Esta apertura contrasta con su retórica beligerante, que incluyó una queja formal ante la ONU, donde el embajador venezolano Samuel Moncada denunció el despliegue estadounidense como una violación de la Carta de Naciones Unidas.
Además, el gobierno venezolano ha intensificado los ejercicios de defensa civil, con entrenamientos semanales para la población. Maduro también prohibió temporalmente los drones en el espacio aéreo venezolano, citando preocupaciones de seguridad tras un supuesto intento de asesinato con drones en 2018.
Reacciones regionales y preocupaciones globales
La escalada militar ha generado inquietud en América Latina. El ministro de Exteriores venezolano, Yván Gil, advirtió que la presencia de EE.UU. amenaza la estabilidad regional, especialmente en la zona de paz declarada por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Colombia, vecina de Venezuela, ha expresado su deseo de evitar conflictos, mientras México rechazó cualquier intervención militar extranjera en su territorio.
Por su parte, la administración Trump defiende las operaciones como una respuesta al tráfico de drogas, que según la Casa Blanca, “destruye comunidades estadounidenses”. La portavoz Karoline Leavitt afirmó que varios países caribeños apoyan estas acciones antidrogas. Sin embargo, analistas como Jennifer McCoy, de la Universidad Estatal de Georgia, sugieren que el despliegue es más un espectáculo de fuerza que una amenaza de invasión directa.
Mientras las tensiones persisten, Maduro mantiene su postura desafiante, prometiendo una “lucha armada” si EE.UU. cruza la línea. La situación sigue en desarrollo, con la comunidad internacional observando de cerca el potencial de un conflicto mayor en el Caribe.