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Análisis: ¿Fin de una alianza? La frágil relación entre EE.UU. y Colombia

La tensión alcanzó su punto más alto a mediados de octubre. Trump no dudó en llamar a Petro "capo de las drogas", "matón" y "tipo malo".
¿Fin de una alianza? La frágil relación entre EE.UU. y Colombia
Combo de fotografías donde aparece el presidente de Colombia, Gustavo Petro y el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda / Anna Moneymaker

La alianza entre Estados Unidos y Colombia enfrenta su peor crisis diplomática en tres décadas. Forjada en 2000 a través del Plan Colombia, esta relación canalizó miles de millones de dólares para fortalecer la Fuerza Pública colombiana. Hoy, la confrontación verbal entre Donald Trump y Gustavo Petro amenaza con fracturar este vínculo estratégico que resguardaba la seguridad hemisférica.

Un pacto que moldeó la región

El Plan Colombia marcó un hito histórico en la cooperación regional. Entre 2000 y 2005, Estados Unidos invirtió más de 3.700 millones de dólares con el objetivo de desmantelar las FARC y reducir el narcotráfico. La iniciativa funcionó durante dos décadas, transformando a Colombia en el principal aliado estadounidense contra el crimen transnacional en América Latina.

Bajo este esquema, el 80% de la inteligencia antinarcóticos de Estados Unidos en el Caribe proviene de inteligencia compartida por Bogotá. Colombia desplegó bases militares estadounidenses, coordinó operativos conjuntos y brindó capacitación a fuerzas especiales norteamericanas. La dependencia mutua estructuró una alianza que parecía inquebrantable durante más de dos décadas de cooperación ininterrumpida.

Sin embargo, el panorama cambió dramáticamente cuando Trump asumió en enero. Las acusaciones contra Petro sobre narcotráfico escalaron desde críticas políticas hacia amenazas concretas. En septiembre, Estados Unidos descertificó a Colombia, alegando que el país «incumplió manifiestamente» sus obligaciones en la lucha antidrogas.

Del insulto a la ruptura

La tensión alcanzó su punto más alto a mediados de octubre. Trump no dudó en llamar a Petro «capo de las drogas», «matón», «lunático» y «tipo malo». En conferencia desde la Casa Blanca, afirmó que Colombia «es una máquina de fabricación de drogas» bajo un presidente «muy impopular» que «no hace nada» contra el narcotráfico. Trump anunció entonces la suspensión de todos los pagos a Colombia, revocó la visa de Petro tras sus comentarios en la Marcha Palestina en Nueva York, e impuso sanciones económicas contra el mandatario colombiano. El secretario de Defensa Pete Hegseth confirmó además ocho ataques estadounidenses contra supuestas narcolanchas en aguas caribeñas y pacíficas.

¿Fin de una alianza? La frágil relación entre EE.UU. y Colombia
Fotografía de archivo del presidente de Colombia, Gustavo Petro. EFE/Mauricio Dueñas Castañeda

Petro respondió defendiendo su soberanía. Acusó a Trump de estar «engañado por sus logias» y recordó que él fue «el principal enemigo del narco en el siglo XXI». Rechazó categóricamente cualquier operación militar estadounidense en territorio colombiano, calificándola como «invasión y ruptura de soberanía». La Cancillería colombiana emitió comunicados incendiarios. Exigió cese inmediato de los ataques a embarcaciones, respeto por el derecho internacional y diálogo por canales diplomáticos. Bogotá llamó a consultas a su embajador en Washington, escalando la crisis a niveles sin precedentes.

Los números detrás de la ruptura

Las cifras revelan por qué Washington perdió paciencia. La producción de cocaína alcanzó niveles récord bajo la presidencia de Petro. Los cultivos de coca llegaron a 253.000 hectáreas en 2023, con potencial para producir más de 260 toneladas anuales. Trump justificó el corte de ayuda arguyendo que Petro permitió esta expansión. Se suspendieron más de 400 millones de dólares en cooperación militar y antidrogas para 2025.

Para el presente año fiscal, Washington había asignado solo 230 millones de dólares, una notable disminución respecto a los 720 millones del año anterior. Petro minimizó el impacto afirmando que la ayuda solo representaba «problemas puntuales» con recursos militares. Aseguró que el dinero beneficiaba principalmente a organizaciones no gubernamentales gestionadas por USAID, no al gobierno colombiano.

¿Cómo perjudicaría el fin de la alianza?

La ruptura de esta alianza tendría consecuencias devastadoras para ambos países, aunque particularmente catastróficas para Colombia. El debilitamiento de la cooperación militar eliminaría programas críticos de capacitación e interdicción. Sin fondos estadounidenses, Colombia perdería acceso a tecnología avanzada de vigilancia y coordenadas aéreas. Los ejercicios de entrenamiento conjunto se suspenderían. Colombia dejaría de enviar oficiales a las principales academias de defensa estadounidenses. Esta desconexión operativa debilitaría las instituciones de seguridad colombianas en momentos de crisis.

En el frente económico, Trump amenazó con aranceles adicionales a productos colombianos. Una guerra comercial devastaría sectores vitales como la agricultura y textiles. El acceso a créditos internacionales se restringuiría, pues Washington presiona en instituciones financieras multilaterales contra proyectos con participación china.

Regiones como Cauca y Catatumbo, actualmente bajo presión de grupos armados, carecerían de recursos para operaciones de interdicción. El ELN y disidencias de FARC aprovecharían el vacío operativo. Ecuador, país vecino, inevitablemente experimentaría efectos de derrame por aumento de tráfico ilícito. Para Estados Unidos, perder a Colombia como aliado comprometería sus intereses estratégicos. Sin inteligencia compartida, Estados Unidos perdería acceso al 80% de sus datos antinarcóticos en el Caribe. La presión sobre Venezuela se debilitaría sin bases operativas colombianas.

Un crimen organizado en el horizonte

Mientras Trump y Petro intercambian acusaciones, los cárteles avanzan sin obstáculos. Utilizan el Pacífico como ruta principal, moviendo droga hacia México y Estados Unidos. Aprovecharían cualquier brecha en la cooperación para expandir operaciones y fortalecer redes criminales.

¿Fin de una alianza? La frágil relación entre EE.UU. y Colombia
El presidente estadounidense, Donald Trump, habla en el Despacho Oval de la Casa Blanca en Washington, DC, EE.UU. EFE/EPA/ALLISON ROBBERT / POOL

La ruptura beneficiaria únicamente al crimen organizado. Colombia necesita fondos para contener grupos armados financiados por narcotráfico. Estados Unidos, enfrentado a Venezuela, no puede permitirse alienar su aliado más confiable. Elizabeth Dickinson del International Crisis Group advierte que esta ruptura representa «un golpe devastador para la seguridad regional». Sin cooperación bilateral, los narcotraficantes encontrarán nuevas rutas y métodos, perpetuando un ciclo donde la droga sigue fluyendo hacia Estados Unidos.

El futuro incierto

La tensión entre ambos presidentes rebasa el terreno diplomático. Las sanciones a Petro, incluyendo a su esposa e hijo, señalan un escalonamiento sin precedentes. Aunque ambas administraciones mantienen comunicaciones, el diálogo bilateral se ha congelado prácticamente. La alianza que moldeó la seguridad hemisférica durante veinticinco años enfrenta su mayor prueba. Los próximos meses definirán si esta ruptura es temporal o marca el colapso definitivo de una relación estratégica fundamental para ambas naciones. Mientras tanto, la única ganancia segura es para quienes trafican drogas, aprovechando la fractura diplomática para expandir operaciones sin interferencia coordinada.

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