EN PORTADA: TARIFA MILLONARIA A VISAS

En la industria tech, el desconcierto es palpable.
EN PORTADA TARIFA MILLONARIA A VISAS
Foto: Shutterstock

Elevan visas H-1B a US$100.000 y crean «tarjeta dorada» por un millón, desatando temores en la industria tech. 

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En un movimiento que sacude los cimientos de la industria tecnológica estadounidense, el presidente Donald Trump firmó una proclamación que impone una tarifa única de 100.000 dólares a las nuevas solicitudes de visas H-1B, el salvavidas para miles de profesionales altamente calificados que buscan trabajo en Estados Unidos. La medida no solo eleva los costos para los empleadores, sino que introduce una «tarjeta dorada» de residencia por un millón de dólares, desatando un torbellino de temores en Silicon Valley y entre expertos en inmigración. «¿Es esto el fin del sueño americano para ingenieros indios y chinos, o un escudo para los trabajadores locales?», se pregunta la industria, mientras el caos inicial da paso a demandas de claridad.

Protección laboral o muro económico

La proclamación, firmada en una ceremonia en la Casa Blanca, representa uno de los cambios más drásticos al programa H-1B en décadas. Este visado temporal, creado en 1990, permite a empresas estadounidenses contratar a extranjeros con «conocimiento altamente especializado» en campos como tecnología, ingeniería, salud y finanzas. Requiere un título universitario o equivalente, y se extiende inicialmente por tres años, renovable hasta seis. Anualmente, se otorgan 65.000 cupos más 20.000 para graduados avanzados de universidades estadounidenses, seleccionados por lotería debido a la demanda abrumadora.

Trump, flanqueado por el secretario de Comercio Howard Lutnick, defendió la tarifa como un paso para «proteger a los trabajadores estadounidenses y cerrar lagunas en el sistema». «Necesitamos grandes trabajadores, y esto asegura que solo lleguen los mejores, los que valgan la pena», declaró el presidente, enfatizando que la cuota se pagará una sola vez por petición inicial. Lutnick añadió: «Las compañías pagarán mucho dinero por talento productivo, y estarán felices de hacerlo». La medida también ordena al Departamento de Trabajo elevar los salarios mínimos para estos visados, evitando que se contrate a extranjeros por debajo del mercado local.

Pero el anuncio inicial generó pánico. Pasajeros indios en un vuelo de San Francisco a Emiratos Árabes Unidos pidieron desembarcar por temor a no poder regresar, retrasando el despegue tres horas. En redes sociales, hashtags como #H1BPanic y #VisaWall se volvieron virales, con ingenieros compartiendo confusiones sobre si la tarifa aplica a renovaciones o extensiones. La Casa Blanca respondió con celeridad: la portavoz Karoline Leavitt publicó en X una serie de aclaraciones. «No es una tasa anual, sino única y solo para nuevas peticiones en el próximo ciclo de lotería», escribió. «Los actuales titulares de H-1B pueden viajar libremente; no pagan para reingresar».

¿Quién siente el impacto más duro?

La tarifa afecta principalmente a nuevas solicitudes de extranjeros fuera de EE.UU. Según un memo de Servicios de Ciudadanía e Inmigración (USCIS), no toca a quienes ya están en el país ni a peticiones aprobadas. Excepciones por «interés nacional» permiten casos como científicos clave en proyectos de defensa, pero hay todavía detalles pendientes. Para extensiones, cambios de empleador o enmiendas, la incertidumbre reina: el decreto no lo aclara, y guías del Departamento de Seguridad Nacional se esperan pronto.

El impacto recae desproporcionadamente en India, que acapara más del 70% de los beneficiarios, seguida de China (10%). México, Canadá y Filipinas también figuran en la lista. Las empresas que patrocinan 10 visas al año podrían enfrentar un millón de dólares extra en costos, sumados a los habituales: 215 dólares por registro en lotería, 780 por formulario I-129 y miles en honorarios legales. «Para startups y pymes, esto es prohibitivo», advierte Xiao Wang, CEO de Boundless, una firma de inmigración. «Convertimos la H-1B en un ‘permiso de lujo’ para corporaciones ricas, marginando a innovadores emergentes».

Tech vs. Ultraderecha

En la industria tech, el desconcierto es palpable. Elon Musk y Vivek Ramaswamy, aliados de Trump al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental, han defendido el programa H-1B por años. Musk tuiteó la semana pasada: «Hay una escasez permanente de talento ingenieril excelente en EE.UU.». Ramaswamy agregó: «No producimos los mejores ingenieros aquí». Trump, que en 2016 llamó al visado «muy malo e injusto» para los locales, ha moderado su postura. En una entrevista con el New York Post, dijo: «Siempre he estado a favor de las visas; por eso las tenemos». Sin embargo, su primera administración restringió el programa en 2020 con la orden «Compra Americano, Contrata Americano», priorizando a los mejor pagados.

Incluso Trump Media & Technology Group solicitó una H-1B en 2022 para un empleado a 65.000 dólares anuales, aunque la empresa lo niega. Ahora, la proclamación choca con esa retórica pro-visa de sus aliados tech, avivando una grieta en la base trumpista: ultraderechistas como Laura Loomer y Steve Bannon lo aplauden como antiinmigrante, mientras Silicon Valley lo ve como un freno a la innovación.

De la diversidad al declive

Expertos predicen brechas laborales en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). «EE.UU. lidera en innovación atrayendo al mundo; políticas como esta arriesgan ese estatus», dice Wang. Las empresas podrían recurrir a la automatización, offshoring o programas de capacitación local, pero el talento global es irremplazable. Estudiantes en OPT (Entrenamiento Práctico Opcional) temen un mercado laboral más selectivo: solo roles senior justificarían el costo.

La «tarjeta dorada», firmada en orden ejecutiva paralela, ofrece residencia por un millón de dólares a inversionistas calificados, un guiño a millonarios. «Es para los que realmente invierten en América», bromeó Trump. Pero críticos lo ven como un dos pesos: cierra puertas a profesionales medios mientras abre a élites.

Desafíos y salidas alternas

La legalidad pende de un hilo. Nuevas tarifas suelen requerir aprobación congresional o un proceso de rulemaking con meses de consulta pública. Desafíos judiciales son inminentes, dicen abogados de inmigración. Mientras, firmas como Boundless reportan un auge en visas alternativas: O-1 para «habilidades extraordinarias», EB-1A para residencia directa, L-1 para transferencias intracorporativas o TN para mexicanos y canadienses bajo el T-MEC.

Para afectados: pospongan viajes internacionales hasta aclaraciones, consulten abogados y revisen presupuestos con empleadores. «Es un muro económico, no físico», resume un experto. Si sobrevive a los tribunales, esta tarifa podría redefinir la atracción de talento de EE.UU., priorizando la protección laboral sobre la globalización. Por ahora, el eco del bolígrafo de Trump resuena en salas de juntas desde Bangalore hasta Seattle: el sueño americano acaba de encarecerse.

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