EE.UU. bombardea a «narcoterroristas» venezolanos, según Trump, dejando tres muertos.
LEE LA EDICIÓN DIGITAL CON SOLO UN CLIC
Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos ejecutaron un nuevo ataque letal en aguas internacionales del Caribe, dejando tres muertos en una embarcación que, según el presidente Donald Trump, transportaba narcóticos desde Venezuela hacia territorio estadounidense. El bombardeo, anunciado a través de Truth Social, intensifica las tensiones con Caracas y desata cuestionamientos sobre su legalidad y motivaciones.
Un «segundo ataque cinético»
En una publicación cargada de énfasis, Trump informó que las Fuerzas Militares de EE.UU., bajo sus órdenes, llevaron a cabo un «SEGUNDO Ataque Cinético» contra «narcoterroristas venezolanos, confirmados, extraordinariamente violentos» en el área de responsabilidad del Comando Sur. «Estos cárteles del narcotráfico extremadamente violentos REPRESENTAN UNA AMENAZA para la Seguridad Nacional, la Política Exterior e intereses vitales de EE.UU.», escribió, asegurando que la lancha transportaba «cocaína y fentanilo», descrito como «un arma mortal que envenena a estadounidenses».
Un video de 27 segundos compartido por Trump muestra clips de una lancha rápida en altamar, antes y después de ser impactada desde el aire, quedando envuelta en llamas. Según el presidente, la operación no dejó heridos entre los militares estadounidenses. Desde el Despacho Oval, añadió: «Tenemos pruebas grabadas porque sabíamos que nos iban a preguntar», insinuando incluso posibles ataques terrestres contra traficantes: «Cuando vengan por tierra, los detendremos de la misma manera que detuvimos a los barcos».
Escalada militar en el Caribe
El ataque ocurre dos semanas después de un primer bombardeo que mató a 11 personas presuntamente vinculadas a la banda venezolana Tren de Aragua, un operativo que generó críticas por su opacidad. La administración Trump ha reforzado su presencia militar en la región, con el despliegue del Grupo Anfibio Listo de Iwo Jima, la 22ª Unidad Expedicionaria de Infantería de Marina y 15 aviones de combate F-35 en la base de Roosevelt Roads, Puerto Rico –cinco de ellos llegados el domingo. Aviones de combate F-35 del Cuerpo de Marines de EE.UU. están estacionados en la pista de la antigua base militar de Roosevelt Roads en Ceiba, Puerto Rico.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, defendió la operación sin ofrecer detalles: «Sabíamos exactamente quiénes eran, qué hacían, qué representaban y por qué iban a donde iban». Cuando un periodista cuestionó las fuentes de inteligencia, respondió: «¿Por qué le diría eso?». Por su parte, el secretario de Estado, Marco Rubio, señaló en un viaje a México y Ecuador: «Vamos a combatir a los cárteles de la droga que están inundando las calles estadounidenses y matando a estadounidenses».
Críticas por falta de transparencia
El operativo ha levantado críticas por la falta de pruebas claras. CNN reportó que funcionarios del Departamento de Defensa no presentaron evidencia concluyente de que los objetivos del primer ataque fueran miembros del Tren de Aragua, y que la embarcación dio la vuelta en un momento, cuestionando si era una amenaza inmediata. El senador Jack Reed, miembro de la Comisión de las Fuerzas Armadas, afirmó: «No hay ninguna prueba de que este ataque se haya ejecutado en defensa propia. Las fuerzas armadas estadounidenses no tienen la autoridad para usar fuerza letal contra una embarcación civil a menos que actúen en defensa propia».
Expertos legales, citados por PBS News, cuestionan si estas operaciones están amparadas por la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar de 2001 (AUMF) o si violan normas internacionales sobre el uso de fuerza letal en alta mar. Un exfuncionario de la aplicación de la ley federal destacó un cambio «significativo» en las tácticas antidrogas, pasando de intercepciones de la Guardia Costera a ataques militares directos.
Reacción desde Caracas
En Venezuela, el presidente Nicolás Maduro calificó el bombardeo como una «agresión militar» encubierta bajo la lucha antidrogas. Horas antes del anuncio de Trump, exigió una investigación sobre el ataque, que dejó 11 muertos en una lancha «supuestamente venezolana». «El primero que tiene que investigar es el propio presidente de Estados Unidos», declaró Maduro, acusando a Washington de una «agresión policial, política, diplomática y militar».
Maduro, en su tercer mandato tras elecciones cuestionadas en 2025, ha desplegado «dos millones y medio de militares y milicianos» bajo el Plan Independencia 200, movilizando a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y milicias en «284 frentes de batalla». El canciller Yván Gil insistió en que Venezuela «no desea un conflicto» con EE.UU., pero el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, advirtió a países vecinos como Trinidad y Tobago y Guyana: «Si nos llegan a atacar desde su territorio, recibirán una respuesta en legítima defensa».
Tensiones regionales y diplomáticas
La escalada se extiende al Caribe. Venezuela denunció que un buque estadounidense abordó ilegalmente un barco con nueve pescadores venezolanos en su Zona Económica Exclusiva durante ocho horas. Maduro prometió medidas «legales, diplomáticas y de vigilancia». El presidente colombiano Gustavo Petro sugirió a Trinidad y Tobago recuperar los restos del primer ataque, mientras Maduro acusó a la primera ministra trinitaria Kamla Persad-Bissessar de amenazar a Venezuela, algo que ella niega.
La comunicación bilateral está «deshecha», según Maduro, tras el colapso de canales mínimos usados para repatriaciones de venezolanos en marzo o la liberación de seis estadounidenses en febrero. El despliegue de ocho buques y un submarino nuclear en el Caribe desde agosto refuerza los temores en Caracas de un «cambio de régimen».
Un futuro incierto para Venezuela
Analistas ven en estos ataques un retorno a la «diplomacia de cañoneras» de Trump, con riesgos de desestabilizar la región. El exembajador James Story calificó la política como «incoherente». Mientras, en Caracas, la TV estatal muestra a Maduro y su esposa Cilia Flores en su barrio natal, proyectando unidad frente a la «amenaza imperial». Los restos del primer ataque siguen sin hallarse, alimentando dudas.
Con Hegseth y Rubio insinuando más operaciones, la región enfrenta un polvorín. ¿Es esta una guerra contra el narco o el preludio a un conflicto mayor? Trump advierte: «¡BEWARE!».