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EN PORTADA: CIENCIA VS. TRUMP

Este no es el primer roce de Trump con la ciencia controvertida.
EN PORTADA CIENCIA VS. TRUMP
Foto: Shutterstock

Trump vincula el paracetamol con el autismo pese a la evidencia científica. Respalda un “nuevo tratamiento”. 

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En un anuncio que ha desatado una tormenta en la comunidad científica, el presidente Donald Trump vinculó el consumo de paracetamol —conocido como Tylenol en Estados Unidos— con el autismo, recomendando a las mujeres embarazadas evitarlo «a menos que sea médicamente necesario». Acompañado por su secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., un conocido escéptico de las vacunas, Trump presentó esta medida como «uno de los mayores avances médicos en la historia del país». Sin embargo, expertos de todo el mundo la tildan de «temeraria» y sin base sólida, alertando sobre los riesgos de desinformación en un tema tan sensible.

El «rumor» de Cuba y la advertencia federal

Trump, en una comparecencia en la Casa Blanca, no escatimó en dramatismo. «Hay un rumor, que no sé si es cierto o no, de que en Cuba no tienen Tylenol porque no tienen dinero para ello y virtualmente no tienen autismo. Y hay otras partes del mundo que no tienen Tylenol y no tienen autismo. Eso ya dice mucho», afirmó el presidente, citando un «rumor» sin verificar para respaldar su tesis. 

El argumento, que evoca anécdotas en lugar de datos, ignora que las tasas de autismo en Cuba no están bien documentadas debido a limitaciones en diagnósticos y recursos, y que los CDC estiman una prevalencia global similar cuando se ajusta por metodología. En EE.UU., el trastorno afecta a 1 de cada 36 niños de 8 años, un aumento del 178% desde 2000, atribuido en gran parte a mejores diagnósticos, no a factores ambientales como el paracetamol.

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) anunció cambios inmediatos: una notificación a médicos y el inicio de modificaciones en las etiquetas de Tylenol para advertir sobre un «riesgo potencial» de autismo por uso prenatal. «Consumir Tylenol durante el embarazo puede estar asociado a un mayor riesgo de autismo. Así que el Tylenol no es bueno y no es bueno por esta razón», insistió Trump, recomendando limitarlo salvo en casos de fiebre alta. Kennedy Jr., quien despidió en junio a los miembros del comité asesor de los CDC por «conflictos de intereses» y los reemplazó con críticos de las vacunas, respaldó la medida comparándola con ignorar «los cigarrillos en el cáncer de pulmón».

La ciencia responde: «No hay evidencia concluyente»

Pero la ciencia contradice con rotundidad estas afirmaciones. El Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) emitió un comunicado inmediato: «El paracetamol es seguro, y las enfermedades que se tratan durante el embarazo son mucho más peligrosas que cualquier riesgo teórico», escribió el Dr. Steven J. Fleischman, su presidente. La Fundación de Ciencia del Autismo (ASF) y la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios del Reino Unido (MHRA) coinciden: no hay evidencia concluyente de causalidad. Un estudio sueco de 2024 con 2,4 millones de niños, usando análisis de hermanos para controlar factores genéticos, encontró «ninguna asociación» entre paracetamol prenatal y autismo, TDAH o discapacidad intelectual.

Algunos estudios, como uno de agosto de 2025 de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, sugieren una «asociación ligera» con trastornos neurodesarrollales, pero enfatizan que no prueba causalidad y podría deberse a factores confusores como infecciones maternas que motivan el uso del medicamento. «Estos hallazgos surgen de muestras pequeñas y no han sido replicados en investigaciones rigurosas», explica Beatriz Salazar, de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria. Begoña Huete, de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica, añade: «No existe evidencia sólida de relación causal». La propia Kenvue, fabricante de Tylenol, rechazó el vínculo: «La ciencia independiente muestra claramente que el acetaminofeno no causa autismo».

Leucovorina: ¿La «cura mágica» para el autismo?

El anuncio no se limitó al paracetamol. Trump y Kennedy promovieron la leucovorina —una forma de ácido fólico usada en cáncer y anemia— como «tratamiento mágico» para el autismo, aprobada por la FDA para niños con «deficiencia cerebral de folato». Estudios pequeños, como uno de 2024 con 80 niños, muestran mejoras leves en comunicación verbal en subgrupos con autoanticuerpos antifolato (hasta 75% de casos de autismo, según SUNY Downstate). 

«Dos tercios de los niños con síntomas mostraron mejoras destacadas», citó el comisionado de la FDA, Marty Makary. Sin embargo, la ASF advierte: «La evidencia es preliminar, de ensayos pequeños con dosis variables; no es una cura y solo beneficia a un subgrupo». Expertos como el Dr. Richard Frye, de SUNY, reportan ganancias en lenguaje en algunos, pero «ningún efecto en otros».

Vacunas en la mira: Otro frente de batalla

Este no es el primer roce de Trump con la ciencia controvertida. En su primer mandato, durante la pandemia de 2020, promovió hidroxicloroquina, «luz solar» e incluso «inyecciones de desinfectante» contra el COVID-19, pese a la falta de evidencia y riesgos letales. Ahora, con Kennedy —quien habla «a diario» con Trump sobre vacunar, según la exdirectora de los CDC Susan Monarez— el presidente sugirió «dosificar» vacunas infantiles en «cuatro o cinco etapas» en vez de «una sola visita con 80 mezclas». 

Atacó la vacuna MMRV (sarampión, paperas, rubéola, varicela) por «riesgos de convulsiones» y pospuso la de hepatitis B para los 12 años, ignorando que se transmite por sangre o fluidos, no solo sexualmente. «Lo ideal sería que una mujer no tomara Tylenol y tampoco tantas vacunas», remató Trump.

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