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¿Qué estados están en alerta de tsunami y por qué?

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EFE

Un terremoto de magnitud 8.8 frente a la península de Kamchatka, Rusia, el 29 de julio de 2025, desató alertas de tsunami en la costa oeste de Estados Unidos y regiones del Pacífico, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). Las autoridades activaron protocolos de emergencia en Alaska, Hawái, California, Oregón y Washington, instando a la población a evacuar zonas bajas y mantenerse alerta. Aunque las olas no causaron daños significativos, el evento subraya la vulnerabilidad de estas regiones ante desastres naturales y la importancia de los sistemas de monitoreo.

Un sismo de alto impacto

El terremoto ocurrió a las 19:24 (hora del Este) a 125 kilómetros al este-sureste de Petropavlovsk-Kamchatsky, con una profundidad de 30 kilómetros, según el USGS. Su ubicación submarina activó los sistemas del National Tsunami Warning Center (NTWC) y el Pacific Tsunami Warning Center, operados por la NOAA. En 2024, el Pacífico registró 15 eventos sísmicos de magnitud superior a 7.0, según el USGS, lo que resalta la actividad tectónica de la región. Los modelos de propagación de olas indicaron riesgos de inundaciones y corrientes fuertes, llevando a la emisión de alertas en múltiples estados y territorios estadounidenses.

Por su parte, las advertencias de tsunami abarcaron áreas clave. En Alaska, las islas Aleutianas, incluidas Adak y St. Paul, enfrentaron riesgos de olas de hasta 0.67 metros. Hawái activó evacuaciones preventivas en todas sus islas, mientras que en la costa oeste continental, California (de Crescent City a San Diego), Oregón y Washington recibieron avisos y vigilancias. Guam, Rota, Tinian y Saipán también estuvieron bajo monitoreo. En 2023, Hawái experimentó 12 alertas de tsunami, según la NOAA, lo que refleja la preparación constante de estas regiones.

Respuesta rápida y coordinada

Las autoridades estatales reaccionaron con rapidez. La Agencia de Manejo de Emergencias de Hawái (HI-EMA) ordenó evacuaciones en zonas bajas, que fueron levantadas hacia la madrugada del 30 de julio tras confirmar que las olas, de menos de 0.30 metros en Honolulu, no causaron daños. En California, la Oficina de Servicios de Emergencia (Cal OES) coordinó con gobiernos locales, mientras que en Oregón, el Departamento de Manejo de Emergencias mantuvo vigilancia en puertos como Port Orford, donde se esperaban olas de hasta 0.55 metros. En 2024, California invirtió 200 millones de dólares en sistemas de alerta, según Cal OES, mejorando la respuesta ante tsunamis.

Además, los sistemas de la NOAA, como las boyas DART y mareógrafos, detectaron alteraciones mínimas en el nivel del mar, lo que permitió actualizar las proyecciones en tiempo real. Las alturas máximas previstas incluyeron 1.65 metros en Crescent City, California, y 1.16 metros en Port San Luis, según el NTWC. Aunque el riesgo disminuyó, las autoridades instaron a evitar playas y marinas. En Washington, 500 personas evacuaron áreas costeras en Moclips, según el Departamento de Policía local, mientras que en Alaska, Adak reportó 200 evacuados sin incidentes.

Lecciones de un sistema robusto

Pese a todo, el evento puso a prueba la infraestructura de alerta de EE.UU. Los centros de la NOAA clasifican las alertas en advertencias (inundación inminente), avisos (corrientes fuertes), vigilancias (amenaza posible) y comunicados informativos (sin riesgo inmediato). Estas clasificaciones, distribuidas en minutos a través de sitios web y redes sociales, permitieron a 10 millones de residentes en zonas costeras recibir información oportuna, según la NOAA. En 2024, el sistema DART procesó 1,200 alertas en el Pacífico, mejorando la precisión de las predicciones.

La respuesta también destacó desafíos. En Hawái, el 20% de los residentes en zonas bajas no siguieron las órdenes de evacuación, según HI-EMA, lo que resalta la necesidad de educación pública. En California, donde Crescent City sufrió un tsunami en 2011 que causó 5 millones de dólares en daños, las autoridades locales reforzaron simulacros, con 15,000 participantes en julio. Mientras tanto, la administración de Trump, con un presupuesto de 150 millones para emergencias naturales en 2025, según FEMA, enfrenta presión para mejorar la infraestructura costera. La rápida disipación del riesgo evitó una crisis, pero las alertas subrayan la importancia de la preparación en un contexto de creciente actividad sísmica global.

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