La ciudad de Portland volvió a ser el epicentro de una manifestación inusual durante el fin de semana. Decenas de ciclistas recorrieron sus calles sin ropa, o con muy poca, en señal de protesta contra el despliegue militar ordenado por el presidente Donald Trump para controlar las manifestaciones en distintos puntos del país.
La singular movilización, bautizada como una “edición de emergencia” del paseo desnudo en bicicleta, fue una respuesta directa a los intentos del Gobierno federal por reforzar la presencia de la Guardia Nacional en Oregón. Pese a las bajas temperaturas y la lluvia, los participantes demostraron que el humor y la irreverencia también pueden ser formas de resistencia política.
Tradición y protesta se combinan
El paseo en bicicleta desnudo es una tradición que Portland celebra cada verano desde 2004, pero esta vez, los organizadores consideraron necesario adelantar el evento como un acto de oposición al despliegue de tropas. “Definitivamente no queremos tropas que vengan a nuestra ciudad”, afirmó Janene King, una participante de 51 años que se presentó con solo calcetines de lana, una peluca y un sombrero.
King explicó que la desnudez pública busca simbolizar la vulnerabilidad y la libertad frente a los intentos del Gobierno de imponer control mediante la fuerza. “El gozo es una forma de protesta. Estar juntos con respeto mutuo y amabilidad es una forma de protesta”, expresaron también los organizadores en un comunicado publicado en redes sociales.
De la diversión al activismo
Durante la jornada, que se extendió por varias horas, los ciclistas rodaron hasta la sede del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), uno de los puntos más vigilados por las fuerzas federales. Allí, los manifestantes fueron advertidos de que debían mantenerse en las aceras o enfrentarse a una posible detención.
A pesar de la presencia policial, el ambiente se mantuvo pacífico y festivo. Algunos asistentes llevaron disfraces inflables de rana, unicornio, ajolote o plátano, mientras que otros optaron por la desnudez total. Sin embargo, debido al clima frío, fueron menos los que se despojaron completamente de sus prendas, aunque la creatividad no faltó.
Desde hace dos décadas, el paseo al desnudo en bicicleta es un emblema de la cultura alternativa de Portland. En ediciones anteriores, ha reunido hasta 10.000 participantes que recorren la ciudad entre música y vítores, paralizando el tráfico en un ambiente de humor, arte y reivindicación.
Un fallo judicial en espera
La protesta del domingo coincidió con la expectativa de un fallo clave por parte de un panel de la corte de apelaciones que evaluará si Donald Trump puede continuar con el despliegue militar en Oregón. La medida fue suspendida temporalmente el pasado 5 de octubre, cuando un juez federal determinó que el uso de tropas en suelo estadounidense requería una revisión más profunda sobre su constitucionalidad.
Esta intervención federal responde a los disturbios ocurridos en meses previos frente a instalaciones del ICE y edificios gubernamentales, donde se produjeron enfrentamientos entre manifestantes y agentes federales. En varias ocasiones, las autoridades recurrieron al gas lacrimógeno y a las bolas de pimienta para dispersar a la multitud.
Los críticos de la medida afirman que el envío de tropas federalizadas no solo alimenta el conflicto, sino que representa un peligroso precedente para el manejo de protestas civiles. Por su parte, el Gobierno federal defiende la acción como necesaria para “restablecer el orden” en una ciudad donde las manifestaciones se han mantenido constantes desde el inicio de la administración de Trump.
El espíritu de Portland
La ciudad de Portland tiene una larga reputación de irreverencia, creatividad y activismo social. Su comunidad ha transformado la protesta en una expresión de arte y humor, y el paseo desnudo en bicicleta se ha convertido en uno de los símbolos más representativos de esa identidad.
A lo largo de los años, el evento ha pasado de ser una simple celebración ciclista a una herramienta para visibilizar causas ambientales, de seguridad vial y de derechos humanos. En esta ocasión, la consigna fue clara: rechazar la militarización y defender el derecho ciudadano a manifestarse.
“Pedalear desnudo bajo la lluvia es nuestra manera de decir que no tenemos miedo”, explicó uno de los organizadores mientras un grupo de ciclistas se preparaba para emprender el recorrido. Aunque la jornada terminó sin detenciones, la tensión entre los manifestantes y las fuerzas del orden permanece latente en una ciudad que sigue siendo sinónimo de protesta, arte y libertad.
