Las redadas migratorias implementadas por el Gobierno de Donald Trump están generando un inesperado efecto político: movilizar a votantes latinos en estados clave como California y Arizona. En ciudades como Bell Gardens, un suburbio de Los Ángeles con mayoría hispana, el temor a las detenciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha cambiado la rutina de miles de familias, pero también ha incentivado el compromiso electoral.
Durante los últimos meses, agentes federales han ejecutado múltiples operativos en el sur de California, particularmente en zonas residenciales con alta población migrante. Vecinos aseguran haber visto a oficiales encapuchados detener a personas en supermercados e iglesias. La tensión es palpable en comunidades donde la desconfianza hacia las autoridades se mezcla con la preocupación por el futuro migratorio de sus seres queridos.
“Ya no salimos igual. Mi madre, que es ciudadana americana, ahora lleva su pasaporte a todas partes por miedo”, cuenta Alo Hurtado, un residente de 42 años. Su familia vive en Bell Gardens desde hace dos décadas y asegura que nunca había sentido tanto nerviosismo ante la presencia policial.
Las redadas y el temor al voto por correo
El ambiente de miedo ha llevado a muchos latinos a ajustar su comportamiento durante las elecciones. Hurtado, por ejemplo, decidió no votar por correo —un método común en California—, sino acudir personalmente a un centro de votación junto con sus padres, de origen mexicano. “No confío en enviar mi voto por correo después de ver todo lo que está pasando”, afirma.
Historias como la suya se repiten en distintos barrios del sur de Los Ángeles, donde las operaciones del ICE han provocado protestas vecinales y llamados a la cautela por parte de organizaciones comunitarias. Las autoridades locales han reiterado que nadie puede ser detenido por su apariencia o idioma, pero los residentes desconfían.
Grupos activistas aseguran que, lejos de desincentivar la participación, las redadas podrían impulsar a los votantes latinos a expresar su descontento en las urnas. “El miedo puede transformarse en motivación política”, explica Linda Martínez, directora de la organización Voto y Justicia, que trabaja para aumentar la participación cívica entre inmigrantes naturalizados.
Demócratas y republicanos disputan el voto latino
Los estrategas demócratas observan con atención el comportamiento electoral en distritos de mayoría hispana. Temen que el temor a la represión migratoria o la desinformación puedan frenar la participación de un grupo demográfico clave. California, Nevada y Arizona, con grandes concentraciones de votantes de origen mexicano y centroamericano, se perfilan como escenarios decisivos en los próximos comicios presidenciales y legislativos.
“Queremos que los latinos sepan que su voto es su voz y también un escudo frente a las políticas que buscan dividirnos”, afirmó María Salinas, portavoz del Partido Demócrata en California. Sin embargo, varias encuestas muestran que el apoyo latino no es monolítico: algunos votantes respaldan las medidas de Trump, a quien reconocen por “hacer cumplir la ley” y fortalecer la frontera.
El Partido Republicano, por su parte, niega que las redadas tengan un impacto electoral. “Esta no es una cuestión política. Se trata de aplicar la ley y asegurar nuestras comunidades”, defendió Marco Díaz, vocero republicano en Los Ángeles. Añadió que el Gobierno federal no discrimina por origen y que las detenciones responden exclusivamente a mandatos judiciales previos.
Efectos visibles en la vida cotidiana de los inmigrantes
Mientras se desarrolla el debate político, el temor en las calles continúa. Comerciantes aseguran que las ventas han caído y los parques lucen más vacíos durante las tardes. En uno de los últimos operativos del ICE en Los Ángeles, varios testigos grabaron cómo agentes rompieron ventanas de vehículos y arrestaron a dos hombres frente a un restaurante familiar. Las imágenes se viralizaron y reforzaron la idea de que nadie está a salvo, incluso los ciudadanos naturalizados.
El Instituto de Políticas Migratorias (MPI) estima que más de 9 millones de inmigrantes en California son elegibles para votar, entre ellos cientos de miles de nuevos ciudadanos que podrían alterar significativamente los resultados electorales si participan de forma masiva.
“Las redadas nos hicieron darnos cuenta de que no podemos quedarnos callados”, dice Teresa Medina, hondureña nacionalizada que votará por primera vez este año. “Antes tenía miedo, pero ahora creo que es el momento de actuar”.
Un voto cargado de significado
Organizaciones proinmigrantes y grupos religiosos han intensificado sus campañas para convencer a los latinos de salir a votar. En varias parroquias del área metropolitana se realizan talleres informativos sobre derechos civiles y sesiones gratuitas para ayudar a llenar formularios de registro.
Los analistas advierten que, aunque el miedo puede convertirse en un detonante, persiste el reto de garantizar que la desinformación no mine la confianza en el proceso electoral. Videos falsos sobre supuestas detenciones en centros de votación ya circulan en redes sociales. “Nuestro trabajo es asegurarnos de que nadie se quede en casa por rumores”, señaló Martínez.
La comunidad latina parece decidida a responder con participación a la política migratoria del país. En barrios como Boyle Heights y South Gate, los murales que antes representaban tradiciones culturales ahora incluyen mensajes que dicen: “Votar también es resistir”.
