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¿Cómo el cierre de Gobierno afectaría a viajeros y aeropuertos?

Un inminente cierre del gobierno de EE.UU. amenaza con demoras y caos en aeropuertos, afectando a viajeros por falta de fondos a la TSA y FAA
cierre de Gobierno afectaría a viajeros
EFE

Con el reloj marcando las horas hacia la medianoche, Estados Unidos se acerca a un posible cierre parcial del gobierno federal que podría desatar caos en aeropuertos y complicar los planes de millones de viajeros. La falta de acuerdo presupuestario entre republicanos y demócratas amenaza con dejar sin fondos a agencias clave como la TSA y la FAA, aunque sus operaciones esenciales se mantendrían. Sin embargo, la historia de cierres pasados sugiere demoras, ausencias laborales y estrés para pasajeros en terminales abarrotadas.

El Departamento de Seguridad Nacional ha detallado planes de contingencia que priorizan la seguridad aérea. De los casi 65.000 empleados de la TSA, unos 58.000 seguirían en puestos de control, pero sin salario inmediato. Por lo tanto, la agencia insta a los viajeros a llegar con al menos dos horas de antelación a vuelos domésticos y tres para internacionales, anticipando posibles congestiones.

Además, las aerolíneas comerciales, como operadoras privadas, no enfrentarían interrupciones directas en sus horarios. Delta, United y American han confirmado que sus vuelos partirán según lo programado, aunque advierten de posibles retrasos en tierra por cuellos de botella en seguridad.

TSA en alerta: Líneas más largas y ausencias por estrés financiero

La TSA, responsable de escanear a más de 2,5 millones de pasajeros diarios, clasifica a la mayoría de su personal como esencial. Sin embargo, durante el cierre de 2018-2019, que duró 35 días, las ausencias por enfermedad se dispararon hasta un 10% en algunos aeropuertos. En consecuencia, checkpoints en Miami y Houston cerraron temporalmente, dejando a viajeros esperando más de una hora en filas serpenteantes.

Pese a todo, la agencia asegura que el entrenamiento de nuevos oficiales continuará con fondos remanentes de años fiscales previos. No obstante, el impacto humano es inevitable: miles de familias de agentes federales dependen de cheques quincenales, y la presión podría traducirse en «sick-outs» organizados, como los que protestaron por pagos atrasados en 2019.

Expertos en aviación, como Geoff Freeman de la U.S. Travel Association, estiman que un cierre prolongado costaría mil millones de dólares semanales a la economía de viajes. Por lo tanto, los pasajeros en hubs como Atlanta o Los Ángeles podrían enfrentar no solo demoras, sino también cancelaciones de último minuto si la fatiga laboral se acumula.

Controladores aéreos: Riesgo de parones en el espacio aéreo

Más de 14.000 controladores de la FAA laborarían sin paga, gestionando unos 50.000 vuelos diarios en más de 400 instalaciones. El Departamento de Transporte confirma que su formación en la academia de Oklahoma City prosigue gracias a presupuestos no agotados. Sin embargo, el sindicato NATCA advierte que el cierre anterior suspendió actividades de seguridad críticas, erosionando capas de protección en el espacio aéreo nacional.

En enero de 2019, solo 10 ausencias en Nueva York provocaron un ground stop total en LaGuardia, con vuelos desviados y demoras en cadena que afectaron a Filadelfia y Atlanta. Aquel incidente, atribuido por el senador Bernie Sanders a la presión sindical, forzó al presidente Donald Trump a reabrir el gobierno horas después.

Hoy, con la FAA ya lidiando con escasez de personal –que ha reducido vuelos en Newark–, un cierre agravaría vulnerabilidades. Además, inspecciones de aeronavegabilidad y mantenimiento de radares se pausarían, potencialmente retrasando certificaciones de aviones y aumentando fatiga en torres de control.

Pese a todo, la FAA enfatiza que la seguridad aérea no se compromete: protocolos de emergencia y reservas de combustible para aviones permanecen intactos, pero los viajeros deben monitorear apps como FlightAware para alertas en tiempo real.

Lecciones del cierre de 2019: Demoras que cambiaron el panorama

El shutdown de 2018-2019 paralizó temporalmente LaGuardia y generó ausencias masivas en centros de Nueva York, Washington D.C. y Jacksonville. Pasajeros reportaron esperas de hasta 90 minutos en seguridad, con terminales en Florida cerrando líneas extras por falta de agentes. En respuesta, aerolíneas como Southwest ofrecieron reembolsos flexibles, una medida que podría repetirse ahora.

Sin embargo, no todos los servicios colapsan por igual. Amtrak, la red de trenes nacionales, operará sin interrupciones, ya que se autofinancia mediante boletos y subvenciones estatales. «Los pasajeros en el Corredor Nordeste y rutas regionales pueden viajar con confianza», afirma la compañía en su comunicado oficial.

Por lo tanto, el impacto se concentra en aviación: un informe de la Oficina de Gestión y Presupuesto calcula pérdidas de 500 millones de dólares en turismo aéreo por semana de cierre, afectando no solo a vacacionistas sino a viajeros de negocios en rutas clave como Nueva York-Los Ángeles.

Recomendaciones para viajeros: Prepárate para lo imprevisible

Ante la inminente fecha límite, autoridades federales urgen flexibilidad. Verifica el estatus de tu vuelo 24 horas antes y opta por equipaje de mano para agilizar procesos. La TSA aconseja evitar picos matutinos en aeropuertos mayores y usar programas como PreCheck si estás inscrito, reduciendo tiempos en un 70%.

Además, pasaportes y visas se procesarán mínimamente: renovaciones urgentes podrían demorarse semanas, impactando turistas internacionales. En consecuencia, la Asociación de Viajes de EE.UU. insta al Congreso a aprobar una resolución continua para extender fondos, evitando un «efecto dominó» en la cadena de suministro aérea.

Mientras negociaciones en el Capitolio se intensifican, con el presidente Trump presionando por un acuerdo «de buena fe», los aeropuertos activan planes B. Sindicatos como NATCA reclaman salarios garantizados, argumentando que «la suspensión de lo esencial solo amplifica riesgos estructurales». Para los 2,9 millones de pasajeros diarios, el mensaje es claro: viaja ligero, llega temprano y mantén la calma en medio del temporal presupuestario.

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