EN PORTADA: CENSURA A LOS MEDIOS

Suspensión de Kimmel muestra el poder de Trump sobre los medios
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Foto: EFE

Trump expone su control sobre los medios tras sacar a Jimmy Kimmel del aire por comentar sobre Charlie Kirk. 

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En una rueda de prensa conjunta con el primer ministro británico Keir Starmer, el presidente Donald Trump no ocultó su satisfacción al comentar la suspensión indefinida del programa Jimmy Kimmel Live!. «Despidieron a Jimmy Kimmel principalmente por sus malos índices de audiencia, más que por cualquier otra cosa. Dijo algo horrible sobre un gran caballero conocido como Charlie Kirk. Y Jimmy Kimmel no es una persona con talento. Tenía muy malas audiencias y deberían haberlo despedido hace mucho tiempo», declaró Trump, con esa retórica directa que ha marcado su mandato.

Pero las palabras del presidente van más allá de una crítica personal. Representan un patrón: el uso del poder regulatorio para silenciar voces disidentes en los medios. La cadena ABC, propiedad de Disney, anunció la suspensión «indefinida» del late-night show tras un monólogo de Kimmel, donde el presentador sugirió que el asesino de Kirk, Tyler Robinson, un joven blanco de 22 años, era afín al movimiento MAGA (Make America Great Again). «La pandilla MAGA está intentando desesperadamente caracterizar a este chico que asesinó a Charlie Kirk como algo distinto a uno de ellos y haciendo todo lo posible para sacar crédito político», dijo Kimmel en su intervención, burlándose también de la respuesta tibia de Trump a la tragedia.

El asesinato que encendió la mecha

El asesinato de Charlie Kirk, fundador de Turning Point USA y figura clave del conservadurismo joven, ocurrió durante un evento al aire libre en la Universidad de Utah Valley. Robinson, detenido dos días después tras una intensa búsqueda del FBI, enfrenta cargos de asesinato agravado y otros delitos graves. Según el gobernador de Utah, Spencer Cox, el sospechoso había mostrado signos de radicalización reciente y grabó frases en las balas, incluyendo referencias a memes de internet. 

Kirk, de 31 años, era visto como un posible futuro líder republicano; Trump mismo le había dicho: «Charlie, creo que algún día tienes una buena oportunidad de ser presidente». El líder republicano aprovechó su rueda de prensa para rendir un emotivo tributo: «Fue asesinado atrozmente por expresar lo que pensaba. Era un gran joven, con un futuro increíble. Él solo quería cuidar a los jóvenes. Amaba a la juventud».

Amenazas que se convierten en realidad

La caída de Kimmel no fue espontánea. Hace meses, Trump ya había predicho su fin en Truth Social: «Se irán. Es muy bueno verlos irse, y espero haber tenido un papel importante en ello», escribió refiriéndose a Kimmel y Stephen Colbert, cuyo programa en CBS fue cancelado en julio por críticas similares al presidente. Tras la salida de Colbert, Trump apuntó directamente: «Creo que el siguiente es Jimmy Kimmel. ¡Es aún menos talentoso que Colbert!». Las amenazas se materializaron cuando Brendan Carr, presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) y nominado por Trump, exigió acción en un podcast conservador: «Podemos hacerlo a la manera fácil o a la difícil. Estas empresas pueden encontrar cómo cambiar la conducta y tomar medidas sobre Kimmel, francamente, o la FCC tendrá trabajo por delante».

Horas después, Nexstar Media Group, dueña de varias estaciones afiliadas a ABC y en medio de una fusión que requiere aprobación de la FCC, anunció que no emitiría el show «por el futuro cercano», calificando los comentarios de Kimmel como «ofensivos e insensibles». Sinclair Broadcast Group, otro gigante televisivo, continúa con lo mismo, exigiendo incluso una disculpa personal de Kimmel a la familia de Kirk y planeando un tributo especial en su horario. ABC cedió: «Jimmy Kimmel Live! será pre-emptido indefinidamente», indicó un portavoz, sin detalles sobre el futuro del programa que llevaba 22 años en antena.

Trump celebró la noticia en Truth Social: «El programa de Kimmel, con sus bajos índices de audiencia, está cancelado; felicidades a ABC por finalmente tener coraje. Kimmel es un completo perdedor». No se detuvo ahí: llamó a NBC a suspender a Jimmy Fallon y Seth Meyers, a quienes tildó de «dos totales perdedores» con «cobertura sesgada». Estas acciones se suman a una demanda multimillonaria contra The New York Times y el incidente donde Trump silenció a un reportero australiano por preguntas sobre sus negocios.

¿Quién es el «buen tipo» que cayó?

¿Qué tiene Kimmel para generar tanta animadversión? Neoyorquino de 57 años, criado entre Brooklyn y Las Vegas, de ascendencia italiana y alemana, Kimmel nunca buscó la fama televisiva. Hijo de una familia normal —fue monaguillo en la iglesia—, se apasionó por la radio en la universidad de Arizona. Recorrió el país como locutor, desde Phoenix hasta Seattle, lidiando con la narcolepsia y criando a sus dos hijos de un primer matrimonio con Gina Maddy. En los 90, se convirtió en «Jimmy, el chico de los deportes» en KROQ, Los Ángeles, inventando sketches para complementar ingresos escasos.

Su salto a la TV fue accidental: guiones para anuncios que él interpretaba, un show en Comedy Central en 1997 y The Man Show en 1999. En 2003 debutó Jimmy Kimmel Live!, diferenciándose con humor blanco, entrevistas sinceras y toques familiares —su hermano Frank dirige, su hermana Jill actúa, y su difunto tío Frank era un fijo—. Tras divorciarse y una relación con Sarah Silverman, encontró estabilidad con Molly McNearney, guionista del show, con quien tiene dos hijos: Jane (2014) y Billy (2017), quien nació con un defecto cardíaco que requirió tres cirugías. Kimmel usó su plataforma para abogar por una sanidad asequible, criticando recortes republicanos en 2017: «¿Por qué recortar 243.000 millones del presupuesto sanitario?», cuestionó al senador Bill Cassidy.

De los Oscar a las críticas frontales

Presentó los Oscar en 2017, 2018, 2023 y 2024, con puyas sutiles a Trump —incluso le preguntó en Twitter si estaba despierto—. Entrevistó a presidentes: Trump en 2007 como estrella de realities, Obama en 2015 y Biden en 2022. Creó estrellas como Guillermo Rodríguez, el parking-lot attendant convertido en icono, y chistes recurrentes con Matt Damon. Habló de inmigración con Diego Luna: «Siempre me cuesta entender cómo alguien como Donald Trump puede alcanzar tanto poder».

Hollywood ha reaccionado con furia. Wanda Sykes, invitada prevista del programa, posteó en Instagram: «No ha acabado con la guerra de Ucrania ni con Gaza, pero ha acabado con la libertad de expresión en su primer año». El comediante Ben Stiller dijo: «Esto no está bien». Kathy Griffin llamó a «tener la espalda de Kimmel». Decenas de fans se quedaron plantados ante el El Capitan Theatre, con entradas válidas «por un año» —si el show regresa—. El senador Chuck Schumer lo tildó de «despreciable y contra valores democráticos», comparándolo con tácticas de China y Rusia. Barack Obama lo llamó «un nuevo y peligroso nivel de la cultura de la cancelación.

Un aviso para la sátira

La suspensión de Kimmel no es solo el fin de un late-night; es un aviso. En un país forjado en la Primera Enmienda, Trump transforma amenazas en realidad, usando la FCC como arma. Como dijo Sykes: «Para los que recéis, es el momento». Kimmel, el «buen tipo» que nunca cambió con el éxito —aún envía tarjetas de agradecimiento—, pagó el precio de usar su voz. ¿Quién sigue? Fallon, Meyers… o cualquier crítico. La tradición del late-night, esa válvula de sátira al poder, tiembla. Y con ella, la democracia que presume de libre expresión.

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