La megacrisis en el América que me obliga a hablar
Desde mi espacio en Los Jefes, decidí dejar de lado cualquier distracción y ponerle voz a lo que siento. No podía callarme. Y es que lo que viví con el América anoche no es solo una derrota disfrazada de empate. Esto es, sin exagerar, una megacrisis en el América.
La presión que significa vestir la camiseta del América
En el América no hay paciencia. No hay crédito. Aquí no existe eso de “dar tiempo” o “construir un proceso largo”. El americanismo es el ente más exigente del fútbol mexicano, y cuando el equipo juega como lo hizo anoche no hay pretextos que valgan.
Vi a Reyes cometer errores que jamás le había visto. Tres en una sola noche. Si no fuera por Malagón, el mejor portero de la CONCACAF hoy, estaríamos hablando de una goleada histórica en contra. Henry falló un penal clave. Fidalgo desapareció. Kevin y Reyes no se entendieron en todo el partido. Y Yardín callado, como si el juego no se le estuviera yendo de las manos.
¿Es esta megacrisis en el América la peor que he visto?
El América no es un equipo que se tire atrás a defender un empate. Menos cuando tienes la obligación de imponer respeto. La confianza está rota. Lo sentí en cada jugada: dudas, nervios, descontrol. Y eso es letal cuando representas al club más grande del país.
La afición no puede solapar esta megacrisis en el América
Aquí no hay lugar para discursos tibios. El americanismo debe exigir con fuerza. No se trata de pedir la cabeza de Yardín a la primera, pero sí de que entienda que este barco necesita rumbo ya. Porque si seguimos así, nos hundimos antes de llegar a puerto.
La megacrisis en el América no es una palabra lanzada al aire. Es una realidad que vivimos hoy. Y lo digo con respeto, con pasión y con amor por este escudo: el América necesita despertar.
