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La epidemia silenciosa: azúcar, aceites vegetales y obesidad

La epidemia silenciosa: azúcar, aceites vegetales y obesidad

Les voy a contar una historia que parece sacada de una película, pero es completamente real. Es sobre cómo nos engañaron durante décadas con lo que “debíamos” comer.

Todo empieza en los años 60 en Estados Unidos. La economía estaba en pleno auge, pero había un problema enorme: las enfermedades del corazón estaban matando a la gente como nunca antes. Los científicos estaban tratando de entender qué pasaba, y básicamente había dos bandos enfrentados.

Por un lado, estaba John Yudkin, un científico británico tranquilo y educado, que decía: “Oigan, creo que el problema es el azúcar. Esa cosa blanca y dulce nos está matando”. Por el otro lado, Ancel Keys, un estadounidense carismático y agresivo, gritaba: “¡No, no, no! ¡Son las grasas! ¡La mantequilla, la carne, los huevos, eso es lo que nos está matando!”.

Hasta aquí todo suena a un simple debate científico, pero la industria del azúcar, al ver que Yudkin los estaba señalando como los culpables, decidió intervenir. Pagaron secretamente a científicos de Harvard para que escribieran estudios minimizando los riesgos del azúcar y destacando los peligros de las grasas saturadas. 

Keys era agresivo, ridiculizó públicamente a Yudkin y llamó a su teoría “una montaña de tonterías”. Yudkin, que era más tranquilo y académico, lamentablemente nunca respondió a esos ataques y Keys ganó. Sus ideas sobre que “las grasas saturadas son malas y las insaturadas (que se encuentran en los aceites vegetales) son buenas” dominaron las recomendaciones dietéticas de Estados Unidos durante décadas, mientras que las advertencias de Yudkin sobre el azúcar fueron completamente ignoradas.

La industria alimentaria llegó a todo el mundo con su campaña “Low Fat”. Todo el mundo empezó a evitar la mantequilla, reemplazándola por margarina vegetal, demonizaron a los huevos con el clásico “los huevos te suben el colesterol” y la carne se convirtió en fuente de “grasa mala”. 

Y así, los supermercados se llenaron de productos ultraprocesados que decían ser saludables porque no tenían grasas, pero estaban llenos de azúcar refinada y carbohidratos. Fue así como el consumo de azúcar (que es adictivo) se disparó: pasamos de la era de George Washington (finales de 1700), cuando se consumían 4 libras de azúcar por año, a 80 libras por año hoy en día.

Y aquí viene lo irónico: justo después de que todos adoptaran estas dietas saludables “bajas en grasa” comenzó la explosión de obesidad, diabetes y problemas metabólicos. 

Lo más impresionante es que recién en 2016 salieron a la luz los documentos internos de la industria azucarera que probaban todo esto. Imagínate cuánta gente vivió y murió creyendo una mentira durante décadas. Y lo peor de todo es que los aceites vegetales y azúcares ultraprocesados llegaron para quedarse. 

Hablemos de los aceites vegetales

Los aceites vegetales comúnmente utilizados en la industria alimentaria incluyen aceite de soja, maíz, canola, girasol y algodón. Estos aceites son ricos en ácidos grasos poliinsaturados omega-6, y si recordamos que el ratio saludable que debemos tener de omega 6/omega 3 es ~1-3:1, siendo lo ideal 1:1, veremos que al tener aceites vegetales prácticamente en todo lo que consumimos, pues nuestro ratio se dispara a ~15-20:1. 

Impacto en la salud humana

Inflamación crónica: El consumo elevado de omega-6, especialmente sin una adecuada proporción con omega-3, ha sido asociado con un aumento en la inflamación crónica, lo que puede contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Recuerda, la inflamación es el desencadenante de muchas enfermedades.

Cáncer: Investigaciones recientes han vinculado el ácido linoleico, presente en los aceites vegetales, con el crecimiento y multiplicación de células cancerígenas, particularmente en el cáncer de mama de tipo triple negativo, que es más agresivo y de difícil tratamiento.

Impacto ambiental de la producción de aceites vegetales

El impacto del consumo de aceites vegetales no afecta solo al cuerpo humano, sino también al planeta, ya que la creciente demanda de estos aceites ha llevado a la expansión de cultivos industriales, como la soja y la canola, con consecuencias ambientales significativas, como la deforestación, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.

¿Qué podemos hacer?

Para empezar, debemos entender que la industria alimentaria funciona en base a intereses personales. Su misión no es cuidarnos, es ser rentables. Así que lo primero que debemos hacer es siempre cuestionarnos todo lo que nos ofrecen y veremos que siempre encontraremos alternativas saludables.

¿Quieres comer mantequilla? ¡Hazlo! Pero elige una grass-fed y orgánica. 

¿Quieres freír en abundante aceite? Usa aceite de coco o aceite de palta, que sus puntos de humo son mucho más altos que el de oliva.

¿Quieres comer mayonesa? Hazla en casa con huevos orgánicos y de crianza correcta, y usa un aceite de oliva extra virgen orgánico también.

¿Quieres comer cereal? Elige uno con ingredientes reales y sin aditivos y de preferencia paleo. Este es mi favorito

¿Quieres comer carne? Elige carne grass-fed y grass-finished porque contiene más omega 3; por lo tanto, es antiinflamatoria. Recuerda, comes lo que tu comida come.

¿Quieres comer algo dulce? Hazlo en casa usando la mitad de azúcar de lo que dice tu receta y usando ingredientes reales como sucanat o panela, azúcar de coco, miel de maple pura, miel de abeja o jarabe de yacón. 

Recuerda, estamos en la era de la información, así que la ignorancia es opcional. Tú tienes el poder para investigar y decidir qué es lo mejor para ti y tu familia.

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