Por primera vez desde la década de 1960, la población inmigrante en Estados Unidos ha registrado un descenso, según un informe reciente del Pew Research Center. Este cambio coincide con las políticas migratorias más estrictas impulsadas por el presidente Donald Trump, que incluyen medidas para combatir el tráfico de drogas como el fentanilo. En este contexto, el director de la Administración para el Control de Drogas (DEA), Terry Cole, destacó el jueves la cooperación con México en la lucha contra el narcotráfico, aunque la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, desmintió la existencia de un operativo conjunto anunciado por la DEA. Este desencuentro revela tensiones en la relación bilateral, mientras la administración Trump intensifica sus esfuerzos para frenar la inmigración y el flujo de drogas.
A continuación, se exploran las razones detrás del declive migratorio y el impacto de las políticas antidrogas en este fenómeno.
Un declive migratorio histórico
El Pew Research Center reportó que la población inmigrante en EE.UU. cayó un 2% en 2024, la primera disminución desde la década de 1960, cuando las leyes migratorias eran más restrictivas. Este descenso, que afecta tanto a inmigrantes documentados como indocumentados, se atribuye a las políticas de la administración Trump, como la reanudación de la construcción del muro fronterizo y la Operación Tidal Wave, que resultó en más de 158,000 arrestos de inmigrantes en 2025, según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS). Además, el fortalecimiento de la vigilancia en la frontera sur, con la colaboración de 10,000 soldados mexicanos desplegados tras amenazas de aranceles, ha reducido significativamente los cruces ilegales.
Por ejemplo, en los primeros meses de 2025, los cruces de menores no acompañados disminuyeron de un 4.6% a un 0.4% del total, según datos de la Casa Blanca. Estas medidas, combinadas con la designación de cárteles como el Tren de Aragua como organizaciones terroristas, reflejan un enfoque agresivo que, según analistas, disuade a los migrantes de intentar ingresar al país.
Cooperación antidrogas en disputa
En un esfuerzo por combatir la epidemia de fentanilo, que causó 48,000 muertes por sobredosis en 2024 según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la DEA anunció el “Proyecto Portero”. Este programa, presentado el 18 de agosto, supuestamente involucra a investigadores mexicanos y estadounidenses para desmantelar redes de narcotráfico. Terry Cole, director de la DEA, elogió la “disposición sin precedentes” de México en una entrevista con Fox News, afirmando que esta colaboración podría salvar vidas estadounidenses.
Sin embargo, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum desmintió cualquier acuerdo con la DEA, aclarando que no existe un operativo conjunto como el “Proyecto Portero”. “No hay ningún acuerdo con la DEA”, enfatizó Sheinbaum, subrayando que la cooperación en seguridad respeta la soberanía mexicana. Este desencuentro ha generado críticas sobre la falta de coordinación y transparencia, con expertos como Vanda Felbab-Brown, de la Brookings Institution, advirtiendo que tales discrepancias podrían socavar los esfuerzos bilaterales contra el narcotráfico.
Impacto de las políticas de Trump
Las políticas de Trump no solo han reducido la inmigración, sino que también han cambiado el enfoque hacia el fentanilo, un opioide sintético que ingresa principalmente por puertos de entrada legales, con un 97% de las incautaciones en la frontera con México, según la DEA. En 2025, se confiscaron más de 25,697 kilogramos de pastillas de fentanilo y 7,272 kilogramos de polvo en la frontera sur. Sin embargo, el 80% de los traficantes detenidos son ciudadanos estadounidenses, según el Cato Institute, lo que cuestiona la narrativa de culpar a los inmigrantes por el tráfico de drogas.
Por su parte, las amenazas de aranceles del 25% a México y Canadá, justificadas por Trump como una medida contra el fentanilo, han generado tensiones. México respondió con el despliegue de tropas y la extradición de 29 presuntos líderes de cárteles en febrero, según el DHS. No obstante, la congelación de fondos para programas antidrogas, como el de la ONU en el puerto de Manzanillo, ha obstaculizado los esfuerzos para interceptar precursores químicos, según Reuters.
Reacciones y desafíos futuros
Organizaciones como el American Immigration Council han criticado la vinculación entre inmigración y narcotráfico, señalando que la mayoría de los traficantes son ciudadanos estadounidenses y que las políticas migratorias estrictas no abordan el problema de fondo. Mientras tanto, la comunidad inmigrante enfrenta un clima de incertidumbre, con reportes de mayor vigilancia y temor a redadas en ciudades como Los Ángeles y Miami.
En consecuencia, el declive de la población inmigrante y los esfuerzos contra el fentanilo reflejan la prioridad de la administración Trump de reforzar la seguridad fronteriza. Sin embargo, las discrepancias con México y la falta de evidencia que conecte la inmigración con el tráfico de drogas plantean preguntas sobre la efectividad de estas medidas, mientras el debate sobre el impacto humano de estas políticas continúa creciendo.
