El Gobierno de Donald Trump ha comenzado a planificar una nueva misión militar para enviar tropas y agentes de inteligencia estadounidenses a México con el objetivo de combatir directamente a los cárteles de la droga. Según confirmaron dos funcionarios federales y dos exfuncionarios familiarizados con la iniciativa, el plan busca abrir un nuevo frente en la guerra del presidente contra el narcotráfico en América Latina.
De acuerdo con fuentes oficiales, las primeras etapas de entrenamiento para las fuerzas involucradas ya comenzaron. Aunque el despliegue no es inminente, la Casa Blanca evalúa diferentes escenarios operativos, incluyendo acciones terrestres dentro del territorio mexicano. Los funcionarios señalaron que la decisión final aún no ha sido tomada y que las conversaciones sobre el alcance de la misión siguen en curso.
El plan representa un paso sin precedentes para Washington, ya que las tropas estadounidenses —provenientes principalmente del Comando Conjunto de Operaciones Especiales— operarían bajo la autoridad de la comunidad de inteligencia, en virtud del estatus Título 50. También participarían agentes de la CIA, encargados de coordinar ataques selectivos contra los capos y laboratorios de droga mexicanos.
Un cambio radical en la estrategia antinarcóticos
Hasta ahora, las administraciones estadounidenses habían limitado su participación a operaciones de apoyo o asesoría a las fuerzas mexicanas. Sin embargo, la nueva estrategia permitiría a los militares estadounidenses ejecutar directamente misiones ofensivas en territorio extranjero, algo que marcaría un quiebre con la política anterior.
Fuentes oficiales indicaron que los ataques se realizarían principalmente mediante drones, dirigidos a laboratorios de drogas y objetivos específicos de los cárteles. Algunos de estos equipos requieren operadores en tierra, lo que explicaría el posible despliegue de unidades tácticas en México.
“El presidente Trump se ha comprometido a emplear todos los recursos disponibles del Gobierno federal para neutralizar la amenaza de los cárteles contra los ciudadanos estadounidenses”, afirmó un alto funcionario bajo condición de anonimato. La CIA declinó hacer comentarios, mientras que el Pentágono remitió las preguntas a la Casa Blanca.
El contexto diplomático entre Washington y Ciudad de México
La iniciativa surge en un momento tenso para la relación bilateral. En febrero, el Departamento de Estado designó a seis cárteles mexicanos —entre ellos el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación— como organizaciones terroristas extranjeras, lo que concede nuevas facultades legales para operaciones encubiertas fuera del país.
El presidente Trump ya había autorizado ataques con drones en el Caribe y el Pacífico contra presuntas embarcaciones vinculadas al narcotráfico, que según el Pentágono dejaron más de 60 muertos. No obstante, la falta de transparencia sobre las víctimas y las pruebas de dichos operativos ha generado críticas bipartidistas en el Congreso.
En México, la presidenta Claudia Sheinbaum respondió públicamente tras las revelaciones sobre las intenciones de Washington. “Rechazamos cualquier forma de intervención o interferencia. México coordina y colabora, pero no se subordina”, afirmó durante una conferencia de prensa.
Aunque la Administración de Trump asegura que busca coordinar sus acciones con el Gobierno mexicano, las fuentes consultadas no descartan la posibilidad de operar sin autorización de Ciudad de México si la cooperación se complica.
Antecedentes de la ofensiva de Trump en América Latina
Desde septiembre, la Casa Blanca ha intensificado su campaña militar en el Caribe contra embarcaciones sospechosas de transportar drogas desde Sudamérica hacia Estados Unidos. El Pentágono afirma que 16 barcos fueron neutralizados en el marco de estas operaciones.
El presidente Trump sostiene que los cárteles representan una amenaza directa para la seguridad nacional y que los métodos tradicionales —como la interceptación de cargamentos o la persecución judicial— “ya no son suficientes”. Ha defendido la necesidad de un enfoque más agresivo que combine inteligencia militar y ataques preventivos.
Además, la Administración mantiene presión sobre Venezuela, donde Washington acusa al líder Nicolás Maduro de liderar una red criminal vinculada al tráfico de drogas. El Gobierno estadounidense ofrece una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca a su captura.
Colaboración en inteligencia y vigilancia aérea
Pese a las tensiones diplomáticas, fuentes de seguridad confirman que la cooperación entre ambos países no ha cesado. Durante el gobierno de Sheinbaum, la CIA amplió los vuelos de vigilancia sobre territorio mexicano, una operación iniciada durante la presidencia de Joe Biden.
México, por su parte, ha desplegado 10 mil soldados en la frontera norte, incrementado las incautaciones de fentanilo y extraditado a 55 altos mandos criminales hacia Estados Unidos en lo que va del año. Estas acciones han sido consideradas señales de buena voluntad frente a Washington, aunque la posibilidad de una intervención armada complica la relación bilateral.
Trump declaró recientemente que mantiene respeto por la presidenta mexicana, pero cuestionó la capacidad de su Gobierno para controlar a los grupos criminales. “México está en manos de los cárteles. Debemos proteger a nuestra gente”, dijo durante un discurso en Texas.
La nueva ofensiva en planeación marcaría una de las decisiones de seguridad más controversiales de su segundo mandato, al poner a prueba la cooperación militar y diplomática entre dos socios estratégicos en la región.
