El presidente de Colombia, Gustavo Petro, intensificó este jueves una disputa fronteriza al declarar en Leticia que su gobierno no reconoce la soberanía de Perú sobre la isla de Santa Rosa, una formación fluvial en el Amazonas que marca la triple frontera con Brasil. La controversia, avivada por la reciente creación de un distrito peruano en la isla, pone en tela de juicio tratados históricos y amenaza con escalar a instancias internacionales.
Una postura firme desde Leticia
Durante la conmemoración del 206 aniversario de la Batalla de Boyacá, trasladada excepcionalmente a Leticia, Petro afirmó que Colombia desconoce tanto la soberanía peruana como a las autoridades de facto en Santa Rosa. “No reconocemos la soberanía del Perú sobre la isla de Santa Rosa”, aseguró el mandatario, quien subrayó que la asignación de esta y otras islas surgidas tras el tratado de 1929 debe resolverse en una comisión binacional. Petro también expresó su disposición a reactivar la Comisión Mixta Permanente para la Inspección de la Frontera Colombo-Peruana (Comperif), aceptando una invitación peruana para reunirse en Lima el 11 y 12 de septiembre.
Por su parte, Petro cuestionó la presencia de un helicóptero ruso con militares en la isla, exigiendo claridad sobre por qué Perú ejerce control sin un acuerdo bilateral. “El tratado dice que nos reunimos y decidimos de quién es la isla que surge nueva. Perú le ha sacado la maleta a ponernos de acuerdo”, señaló, advirtiendo que, de no haber diálogo, Colombia podría recurrir a tribunales internacionales.
La creación del distrito peruano
La tensión se desató en junio, cuando el Congreso peruano convirtió Santa Rosa en el distrito de Santa Rosa de Loreto, dentro de la provincia de Mariscal Ramón Castilla. Petro calificó este acto como una apropiación unilateral de territorio colombiano, argumentando que la isla, formada por sedimentos en el Amazonas en la década de 1950, no estaba contemplada en los tratados de 1922 y 1929. Según Colombia, estos acuerdos fijan la frontera en el canal más profundo del río, y las islas surgidas al norte de esta línea deben asignarse mediante negociación.
En contraste, Perú sostiene que Santa Rosa es parte de la isla de Chinería, asignada a su territorio en 1929. El Ministerio de Relaciones Exteriores peruano afirmó que la soberanía sobre el distrito es indiscutible, respaldada por el Protocolo de Río de Janeiro de 1934, que puso fin a la guerra colombo-peruana. Desde 1974, Perú ha mantenido una presencia constante en la isla, con infraestructura como escuelas y oficinas gubernamentales, según el censo peruano, que registra menos de 1,000 habitantes en Santa Rosa de Yavari.
Un río cambiante, un conflicto latente
El Amazonas, con su curso inestable, complica la delimitación fronteriza. Expertos como el excanciller colombiano Julio Londoño Paredes explican que el río, el más caudaloso del mundo, crea y destruye islas constantemente debido a la sedimentación y la erosión. Colombia insiste en que Santa Rosa, al surgir tras los tratados, requiere un proceso de asignación acordado. “No voy a decir que la isla es colombiana, pero el tratado exige un acuerdo”, reiteró Petro, descartando acciones militares y abogando por el diálogo.
Por otro lado, la presidenta peruana Dina Boluarte, desde Japón, aseguró que no existe disputa alguna. “Santa Rosa es peruana, como Leticia es colombiana”, afirmó, respaldada por su primer ministro, Eduardo Arana, quien desde la isla rechazó categóricamente las declaraciones colombianas. Perú argumenta que su control sobre Santa Rosa, donde la bandera peruana ondea desde hace décadas, es legítimo y no afecta la navegación de Leticia, un puerto clave con 60,000 habitantes.
Tensiones y desafíos regionales
La disputa también refleja tensiones políticas. Las relaciones entre Petro y Boluarte han sido frías desde la destitución del expresidente peruano Pedro Castillo, aliado de Petro, en 2022. Además, la isla es un punto vulnerable para actividades ilegales como el contrabando, según autoridades de ambos países. En 2019, una operación policial peruana en Santa Rosa generó protestas por presuntos abusos, evidenciando la fragilidad de la zona.
Mientras tanto, la población de Santa Rosa, dependiente del comercio y el turismo, vive entre dos mundos. Muchos residentes, como la comerciante Rosa Alvarado, cruzan diariamente a Leticia para acceder a servicios básicos, dada la limitada presencia estatal peruana. Con la reunión de Comperif en el horizonte, la resolución de este conflicto dependerá de la capacidad de ambos gobiernos para priorizar la diplomacia en una región clave para la integración amazónica.
