El cierre parcial del Gobierno de Estados Unidos entró en su día 22 y ya se consolidó como el segundo más largo en la historia del país. El estancamiento entre republicanos y demócratas por la renovación de los subsidios de salud mantiene paralizadas las operaciones federales y amenaza con extenderse hasta noviembre.
El presidente Donald Trump planea viajar a Asia en los próximos días, lo que complica las posibilidades de llegar a un acuerdo antes del final del mes. Legisladores de ambos partidos admiten que el cierre podría superar los 35 días del ocurrido durante el primer mandato del propio Trump.
Trump endurece su postura frente a los demócratas
Durante una reunión en la Casa Blanca con senadores republicanos, el presidente reafirmó su decisión de no ceder ante las condiciones de la oposición. “El mensaje ha sido muy simple: no seremos extorsionados por esta locura”, dijo Trump al salir del encuentro.
Los demócratas exigen como condición para aprobar la reapertura que el Congreso apruebe un alivio financiero para 22 millones de estadounidenses cuyos seguros médicos aumentarán de precio el próximo año. Sin embargo, la Casa Blanca insiste en que se apruebe un presupuesto limpio, sin adiciones relacionadas con el Obamacare ni con subsidios de salud.
El presidente declaró que no tiene planes de reunirse con los líderes demócratas Chuck Schumer y Hakeem Jeffries antes de su viaje a Asia. “Hablaremos cuando reabran el Gobierno”, afirmó.
Choque político entre el Senado y la Casa Blanca
El Senado necesita ocho votos demócratas para aprobar el proyecto de gasto temporal que garantizaría la continuidad de las operaciones federales hasta el 21 de noviembre. El líder republicano John Thune ofreció revisar el tema de los subsidios médicos después de reabrir el Gobierno, pero los demócratas consideran la propuesta insuficiente.
“Eso no es un acuerdo, es un plan partidista que deja a millones de estadounidenses a la deriva”, criticó Schumer.
Mientras tanto, Trump y su director de presupuesto, Russell Vought, endurecen las medidas contra los estados con gobiernos demócratas. La Casa Blanca canceló o suspendió fondos por más de 28,000 millones de dólares en proyectos federales en esos territorios, lo que ha exacerbado el conflicto político.
El presidente comparó a Vought con el villano de Star Wars, Darth Vader, por su enfoque de “disciplina y mano dura” en el manejo del gasto.
Empleados federales sin salario y economía en riesgo
La prolongación del cierre ya empezó a afectar a cientos de miles de empleados federales, quienes dejarán de recibir su salario completo esta semana. El impacto económico también golpea a contratistas y negocios vinculados a las agencias gubernamentales, especialmente en la región de Washington, D.C., donde la economía depende en gran parte de la actividad federal.
Anna Wong, economista jefe de Estados Unidos en Bloomberg Economics, aseguró que el cierre podría provocar un leve aumento temporal del desempleo, que volvería a estabilizarse cuando el Gobierno reabra. “Cada día sin resolución genera pérdida de productividad y deterioro de la confianza empresarial”, destacó.
La Casa Blanca advirtió que el Tesoro no podrá recurrir a maniobras contables extraordinarias para seguir financiando programas prioritarios como el pago al ejército o la asistencia alimentaria. Si el cierre continúa, el Departamento de Agricultura estima que los fondos para los cupones de alimentos se agotarán el próximo mes.
Un Congreso paralizado y sin salidas visibles
Mientras el país enfrenta las consecuencias de la parálisis, los legisladores permanecen distantes. Desde el 19 de septiembre, los republicanos de la Cámara de Representantes se encuentran fuera de Washington, y su presidente, Mike Johnson, anunció que no convocará nuevas sesiones hasta que el cierre concluya.
“No hay nada que negociar”, enfatizó Johnson. El congresista reafirmó su apoyo al plan de Trump y dijo que cualquier conversación sobre subsidios ocurrirá después de resolver la crisis presupuestaria.
Su postura ha frustrado a algunos miembros moderados de ambos partidos, quienes promueven una salida negociada. No obstante, las conversaciones privadas en el Senado no han mostrado avances. “Por ahora, ninguna”, contestó con resignación la senadora demócrata Jeanne Shaheen al ser consultada sobre posibles soluciones.
La presión aumenta mientras la incertidumbre crece
El prolongado enfrentamiento alimenta la inquietud entre millones de estadounidenses que dependen de programas federales. Los jubilados temen retrasos en sus pagos de Seguro Social, mientras beneficiarios de Medicare y Medicaid siguen atentos a posibles interrupciones administrativas.
El cierre también genera malestar político dentro del propio Partido Republicano, donde algunos legisladores advierten que la falta de acuerdos podría impactar negativamente en la economía y en las elecciones legislativas del próximo año.
Aun así, Trump insiste en mantener su estrategia. El presidente busca proyectar fortaleza frente al Congreso y reforzar su posición como líder que “no cede ante presiones”.
Por ahora, Washington permanece en un punto muerto que amenaza con convertirse en el cierre más largo en la historia moderna del país, un escenario que deja en suspenso no solo la economía sino también la estabilidad política de los próximos meses.
