El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este miércoles un acuerdo comercial con Corea del Sur que reduce los aranceles a las importaciones de ese país del 25 % al 15 %. Este pacto, que busca fortalecer los lazos económicos entre ambos países, incluye significativas inversiones surcoreanas en territorio estadounidense y abre nuevas oportunidades para los productos americanos en el mercado asiático. Pero, ¿qué significa este acuerdo para el comercio bilateral?
Un acuerdo que favorece a EE.UU.
Según Trump, el pacto establece un arancel del 15 % sobre las importaciones surcoreanas, mientras que los productos estadounidenses entrarán a Corea del Sur sin aranceles. Además, el acuerdo contempla una inversión de 350.000 millones de dólares por parte de Corea del Sur en activos controlados por EE.UU., junto con la compra de 100.000 millones de dólares en gas natural licuado y otros productos energéticos estadounidenses. Estas cifras, destacadas por el presidente en su plataforma Truth Social, reflejan una estrategia para reducir el déficit comercial con el país asiático, que en 2024 alcanzó los 66.000 millones de dólares.
Por lo tanto, el acuerdo se alinea con la política comercial de Trump, enfocada en priorizar los intereses económicos de EE.UU. El mandatario no mencionó concesiones específicas por parte de Washington, lo que sugiere que el pacto está diseñado para maximizar los beneficios para la economía estadounidense.
Apertura del mercado surcoreano
Otro aspecto clave del acuerdo es la apertura total del mercado surcoreano a productos estadounidenses, especialmente automóviles y agrícolas. Esta medida podría impulsar las exportaciones de vehículos americanos y productos como carne de res, que enfrentaban restricciones en Corea del Sur debido a regulaciones sanitarias, como la prohibición de importar carne de ganado mayor de 30 meses. En 2019, las exportaciones agrícolas estadounidenses a Corea del Sur alcanzaron los 7.600 millones de dólares, con la carne de res liderando las categorías.
Sin embargo, la eliminación de barreras no arancelarias, como estándares sanitarios estrictos, podría generar tensiones internas en Corea del Sur. Los agricultores surcoreanos han expresado preocupación por la posible entrada masiva de productos agrícolas extranjeros, lo que podría afectar su competitividad. Pese a estas inquietudes, el acuerdo busca equilibrar las relaciones comerciales, aprovechando la fortaleza de sectores clave surcoreanos como los semiconductores y la construcción naval.
Respuesta positiva en Seúl
El presidente surcoreano, Lee Jae-myung, celebró el acuerdo como un paso para reducir la incertidumbre en las exportaciones de su país. En un comunicado en Facebook, Lee destacó que el pacto permite a Corea del Sur competir en igualdad de condiciones con otros países, como Japón, que también logró un acuerdo similar con EE.UU. “Hemos superado un gran obstáculo”, afirmó, subrayando que las negociaciones priorizaron el interés nacional desde su llegada al poder en junio.
En consecuencia, la Bolsa de Seúl reaccionó con un leve aumento tras el anuncio. El índice Kospi subió un 0,31 %, alcanzando 3.264,68 puntos, mientras que el Kosdaq, enfocado en empresas tecnológicas, avanzó un 0,36 %. Aunque la respuesta fue moderada debido a la falta de detalles completos del acuerdo, los inversores ven con optimismo la reducción de aranceles, especialmente para industrias como la automotriz y la de semiconductores.
Próximos pasos en la relación bilateral
El acuerdo será formalizado en las próximas dos semanas durante una reunión entre Trump y Lee Jae-myung en la Casa Blanca. Este encuentro, además de sellar el pacto, reforzará la alianza estratégica entre ambos países, que va más allá del comercio e incluye cooperación en sectores como la construcción naval y la energía. Por ejemplo, Corea del Sur, segundo mayor constructor de barcos a nivel mundial, podría desempeñar un papel clave en los planes de Trump para revitalizar la industria naval estadounidense.
Mientras tanto, la reducción de aranceles al 15 % coloca a Corea del Sur en una posición competitiva frente a otros socios comerciales de EE.UU., como Japón y la Unión Europea, que también negociaron tarifas similares. Este acuerdo marca un hito en la agenda comercial de Trump, que continúa presionando a sus aliados para alcanzar pactos que equilibren la balanza comercial.
 
															 
				 
											
 
								 
															