Las ballenas azules, los animales más grandes del planeta, están callando, y los científicos están preocupados. Un estudio reciente en el Pacífico muestra que sus vocalizaciones han caído un 40% en la última década. Usando hidrófonos submarinos, investigadores detectaron menos cantos de estas criaturas. Este cambio está ligado a las olas de calor marinas, que han alterado su entorno. El fenómeno, conocido como “The Blob”, comenzó en 2013 y devastó las poblaciones de krill, su principal alimento. Sin comida, las ballenas azules gastan toda su energía buscando sustento, dejando de cantar. Este silencio es una señal de alerta sobre la salud de los océanos.
El estudio, publicado en PLOS One, detalla cómo las olas de calor marinas han causado estragos. John Ryan, oceanógrafo del Monterey Bay Aquarium Research Institute, explicó que las ballenas no cantan cuando están hambrientas. “Es como intentar cantar mientras te mueres de hambre”, dijo. Las ballenas azules dependen del krill, pequeños crustáceos que desaparecieron durante The Blob. Este evento cálido cubrió más de 3,200 kilómetros del Pacífico para 2016. Las temperaturas subieron hasta 4.5°F por encima del promedio, causando floraciones de algas tóxicas. Estas algas dañaron la cadena alimenticia, afectando a las ballenas.
El impacto de “The Blob”
The Blob comenzó como una mancha de agua cálida en 2013. Para 2016, se extendió por miles de kilómetros, desde el Mar de Bering hasta la costa oeste de América. Este evento alteró el proceso de afloramiento, que trae nutrientes a la superficie. Sin nutrientes, el krill escaseó, dejando a las ballenas azules sin alimento. Los hidrófonos en la Corriente de California captaron menos cantos, especialmente las llamadas D, ligadas a la alimentación. Kelly Benoit-Bird, bióloga marina del Monterey Bay Aquarium, destacó que no solo es la temperatura. “Todo el sistema cambia, y el krill desaparece”, afirmó. Las ballenas, desesperadas, recorren grandes distancias sin éxito.

El impacto va más allá de la comida. Las ballenas azules usan sus cantos para comunicarse, navegar y reproducirse. Con menos energía, priorizan la supervivencia sobre el canto. Dawn Barlow, ecóloga de la Universidad Estatal de Oregón, señaló que menos alimento significa menos esfuerzo reproductivo. Esto podría reducir la cantidad de crías, amenazando la población. En Nueva Zelanda, entre 2016 y 2018, los investigadores notaron un silencio similar. Las aguas del South Taranaki Bight se volvieron inquietantemente tranquilas. Este patrón global sugiere que las olas de calor marinas son una amenaza creciente.
El cambio climático
El cambio climático agrava la situación. Los océanos absorben más del 90% del calor exceso del planeta, según la NOAA. Las olas de calor marinas han triplicado su duración desde los años 40. Un estudio en Proceedings of the National Academy of Sciences encontró que estos eventos son ahora 1°C más cálidos en promedio. Algunas áreas, como el Pacífico, han visto picos de hasta 5°C. Esto afecta no solo a las ballenas azules, sino a todo el ecosistema. Las floraciones de algas tóxicas, causadas por el calor, mataron krill y otros organismos. Esto dejó a las ballenas sin su principal fuente de alimento.

El ruido humano también complica las cosas. El tráfico de barcos y las actividades industriales generan ruido que ahoga los cantos de las ballenas. Ryan explicó que las ballenas azules evolucionaron en mares silenciosos. Ahora, sus voces apenas se escuchan a través del ruido. Algunas han bajado la frecuencia de sus cantos, pero no es suficiente. Este estrés adicional afecta su capacidad para comunicarse y reproducirse. Los científicos temen un punto de inflexión que altere cómo los océanos absorben carbono. Benoit-Bird advirtió que la falta de alimento en toda la costa oeste es una consecuencia grave.
Un llamado a la acción
Las ballenas azules son un indicador clave de la salud oceánica. Su silencio refleja un ecosistema en crisis. Los investigadores piden medidas urgentes, como reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. También sugieren proteger áreas marinas para preservar el krill. Barlow enfatizó la importancia de escuchar a los océanos. “Sus movimientos y comportamientos nos dicen mucho sobre el ecosistema”, dijo. Los fans de la vida marina también están preocupados. En X, muchos expresaron tristeza por el silencio de las ballenas azules. La comunidad científica sigue monitoreando, esperando que estas criaturas recuperen su voz.
 
															 
				 
											
 
								 
															